La Plata (Buenos Aires), 22 Abr. 08 (AICA)En su comentario semanal en el programa “Claves para un Mundo Mejor”, de Canal 9, el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, reflexionó este sábado sobre los recientes sucesos de violencia escolar sosteniendo que “no es un fenómeno que ocurre por casualidad” y que “hay otro problema detrás de este asunto de la violencia en las escuelas, por lo que no habría que escandalizarse demasiado”.
“Tenemos que reconocer -dijo- que existe una enfermedad social y hacer un diagnóstico adecuado si queremos que se pueda aplicar una terapia eficaz”.
“Pensando con objetividad se advierte que la violencia escolar es sólo un síntoma de un mal mucho más extendido. Hay que procurar remedios adecuados para ese mal y para lograrlo es preciso enfocar correctamente el problema, afrontarlo con sinceridad y ofrecer cada uno su modesta colaboración”, consideró.
Luego de afirmar que “los medios de comunicación suelen amplificar bastante estos episodios”, el prelado platense destacó que, en la actualidad se viven problemas de violencia familiar y que “el influjo pernicioso de la televisión”, que produce “efectos sobre los jóvenes, los adolescentes y los niños, que pasan horas delante de un televisor, sometidos a permanentes escenas de violencia que aparecen continuamente”.
También mencionó “los ‘cyber’ y los videojuegos. Es sabido que existen videojuegos en los cuales se enseña a matar”.
Monseñor Aguer pidió “considerar otros círculos sociales” y destacó varios aspectos: “el tránsito presenta una situación selvática en la cual la violencia, si no se desencadena plenamente, está siempre a flor de piel”, la existencia de “una crispación social entre nosotros que no ha logrado calmarse. Hay una especie de piqueterismo generalizado: lo que no puede conseguirse por las buenas se consigue por las malas”.
“Está finalmente el mal ejemplo de personajes públicos o semipúblicos que hacen gala, impunemente, de una prepotencia avasallante. ¿Vamos entonces a quejarnos de que haya violencia en el ámbito escolar, tanto en las aulas como inmediatamente a la salida de clase?”.
Pensando con objetividad -dijo por último monseñor Aguer- se advierte que la violencia escolar es sólo un síntoma de un mal mucho más extendido. Hay que procurar remedios adecuados para ese mal y para lograrlo es preciso enfocar correctamente el problema, afrontarlo con sinceridad y ofrecer cada uno su modesta colaboración”.+
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