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martes, 13 de mayo de 2008

Ante la herida social del aborto, S.O.S. del Papa por la mujer y la familia

En su discurso a los miembros del Movimiento por la Vida
CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 12 mayo 2008 (ZENIT.org).- «No sólo no ha resuelto los problemas que afligen a muchas mujeres y a no pocos núcleos familiares», sino que la permisión del aborto «ha abierto una ulterior herida en nuestras sociedades, ya lamentablemente gravadas por profundos sufrimientos», denuncia Benedicto XVI.
A los treinta años de la legalización del aborto en Italia, el Movimiento por la Vida del país propone reflexionar sobre los efectos humanos y sociales que la norma ha producido en la comunidad civil y cristiana.
Es el contexto en que el Papa recibió, a mediodía de este lunes, al movimiento y a responsables de iniciativas que se esfuerzan por la promoción y defensa de la vida desde su concepción.
Son «muchas y complejas» las causas que «conducen a decisiones dolorosas como el aborto», reconoce el Santo Padre; ante el fenómeno la Iglesia «no se cansa de subrayar» «el valor sagrado de la existencia» y de estimular las iniciativas «de apoyo a la mujer y a la familia para crear condiciones favorables a la acogida de la vida y a la tutela de la institución de la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer».
Pero persisten problemas que «atenazan a la sociedad actual», tales como «la falta de un trabajo seguro, legislaciones frecuentemente escasas en materia de protección de la maternidad, la imposibilidad de asegurar un sostenimiento adecuado a los hijos», ejemplifica Benedicto XVI.
Son impedimentos que desaniman a los jóvenes de iniciar la vida matrimonial, sofocan «la exigencia del amor fecundo», «abren la puerta a un creciente sentimiento de desconfianza en el futuro», alerta.
Por ello es necesario «unir esfuerzos para que las Instituciones vuelvan a poner en el centro de su acción la defensa de la vida humana y la atención prioritaria a la familia» --subraya el Papa--, igual que se debe ayudar «con todo instrumento legislativo a la familia para facilitar su formación y su obra educativa».
«Es necesario testimoniar de manera concreta que el respeto de la vida es la primera justicia que hay que aplicar», advierte el Santo Padre.
Ello para los creyentes es «un imperativo inderogable, porque el seguidor de Cristo está llamado a ser cada vez más "profeta" de una verdad que jamás podrá suprimirse: sólo Dios es Señor de la vida».
En cualquier caso, el respeto de la persona humana es un valor que, con independencia de la fe que se profese, se remite a la «base de toda convivencia civil», puntualiza; con todo, defender la vida humana, en la práctica, se ha hecho más difícil «porque se ha creado una mentalidad de progresivo menosprecio de su valor, habiéndolo confiado al juicio del individuo».
Todo esto configura el marco en el que Benedicto XVI reitera el mérito de la Declaración de los Derechos del Hombre, en la que, hace sesenta años, convergieron «diferentes culturas, expresiones jurídicas y modelos institucionales» en torno «a un núcleo fundamental de valores y, por lo tanto, de derechos».
«Los derechos humanos deben ser respetados como expresión de justicia», y promoverlos es «la estrategia más eficaz para eliminar desigualdades entre países y grupos sociales» y para incrementar la seguridad.
Por ello el Santo Padre elogia a los miembros del Movimiento por la Vida en su empeño «en el ámbito político como ayuda y estímulo a las Instituciones, a fin de que se dé el justo reconocimiento a la expresión "dignidad humana"».
«Vuestra iniciativa ante la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo --especifica--, en la que afirmáis los valores fundamentales del derecho a la vida desde la concepción, de la familia fundada en el matrimonio de un hombre y una mujer, del derecho de todo ser humano concebido a nacer y a ser educado en una familia de padres, confirma ulteriormente la solidez de vuestro compromiso y la plena comunión con el Magisterio de la Iglesia».
Y ésta «desde siempre proclama y defiende tales valores como "no negociables"», recalca.
Por su servicio a la Iglesia y a la sociedad, el Papa da las gracias al Movimiento por la Vida.
«¡Cuántas vidas humanas habéis salvado de la muerte! Seguid en este camino --exhorta-- y no tengáis miedo, a fin de que la sonrisa de la vida triunfe en los labios de todos los niños y de sus madres».
Por Marta Lago

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