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jueves, 18 de diciembre de 2008

Hay un sesgo ideológico en las escuelas (Nota completa clic aquí)

Fuente: http://argentinosalerta.org
La principal voz de la Iglesia en el área educativa cuestiona algunos contenidos que se imparten en las aulas estatales
Mariano de Vedia (LA NACION)
"Yo soy alumno de los colegios estatales y tengo recuerdos gratísimos, aún del secundario, que fue tan criticado y al cual se le atribuía un carácter enciclopédico. La diferencia con lo que pasa hoy es abismal."
Para monseñor Héctor Aguer, egresado del colegio estatal Urquiza, de Flores, y con 36 años de vida sacerdotal, la escuela ha perdido autoridad.
Arzobispo de La Plata desde junio de 2000, hoy siente más de cerca los problemas que afectan a los 800.000 docentes y 10 millones de alumnos del país, a los que se suman los padres.
La Conferencia Episcopal Argentina acaba de designarlo por el voto de los obispos presidente de la Comisión de Educación Católica, por tres años, y su misión pastoral no se agota en los colegios católicos de su jurisdicción, sino que se extiende "a los niños que van a escuelas estatales, muchos de los cuales, si no la mayoría, son bautizados en la Iglesia Católica", afirmó Aguer, en una entrevista con LA NACION.

Varios son los problemas que advierte en el mapa educativo nacional, que en los últimos años ha tenido reformas y contrarreformas.
"Cuando se plantean demasiadas reformas de la enseñanza quiere decir que se reconoce que hay un problema difícil de resolver. Esas reformas sucesivas están indicando que no conseguimos definir un rumbo, que nos permita avanzar seriamente y con frutos más o menos constatables".
Aguer, de 65 años, tiene claro que el problema no es sólo del sistema educativo. "Es un problema de la sociedad argentina, de la cultura nacional, de factores que interfieren en el orden de la educación. Existen muchos factores de deseducación, se entrometen en la escuela y ponen de relieve los principales problemas", comentó.
-¿Qué problemas le preocupan?
-Un problema es el desplazamiento de las autoridades educativas. Habría que reivindicar el valor auténtico de la autoridad, que se la suele identificar con el autoritarismo. Pero autoridad, en su etimología, significa hacer crecer, aumentar, engendrar. Hoy se ha quebrado la relación natural entre maestro y discípulo. El mismo desplazamiento lo encontramos en la relación familiar, en la autoridad de los padres. Los maestros de la sospecha han erosionado erosionado el sentido natural de la autoridad.
-¿A quiénes se refiere con "maestros de la sospecha"?
-Al influjo, quizás difuso pero que se puede constatar, que han tenido en la cultura Marx, Nietzche y Freud. Detrás de la palabra autoridad hay una tradición pedagógica, sobre todo de Occidente, que se concreta en la figura del maestro. La escuela ha perdido autoridad. Eso influye enormemente en la posibilidad de la realización concreta de un proceso educativo. Otros problemas son la formación docente y la desubicación de muchos padres, que suelen depositar a los chicos en el umbral del colegio. Muchos maestros no están suficientemente preparados para hacer frente a las demandas educativas actuales.
-¿A qué lo atribuye?
-A distintos factores. Es también consecuencia del descenso de calidad de la educación general, que alcanza también a los profesorados. La sociedad ha cambiado mucho, se ha puesto más dinámica. Hoy hay que actualizarse con mayor rapidez. En mi infancia, una maestra se dedicaba exclusivamente al único grado que tenía. Eso hoy es difícil que se dé.
-¿Qué nivel de enseñanza requiere hoy más atención por parte del Estado?
-Todos. Los problemas se dan en todos los niveles. Quizás en algunos se ven con mayor fuerza. Es la situación crítica de la sociedad argentina la que entra en la escuela con sus demandas. En la provincia de Buenos Aires, la definición del nuevo secundario es muy problemática.
-¿Los problemas se reflejan con más intensidad en el secundario?
-Sí, porque toma a los chicos en la adolescencia. Además, todavía se registran muchos casos de deserción, pese a que el secundario es obligatorio. Me pregunto si se podrá cumplir con esa obligatoriedad, porque hay muchos hechos sociales que interfieren, muchas familias que no pueden mandar sus hijos al colegio.
-¿Qué deficiencias muestra la formación de los adolescentes?
-Varias. Algunas, de arrastre. Se ha perdido un método de aprendizaje. El propio gobierno bonaerense lo dijo cuando lanzó el movimiento de la reforma de la reforma: se había perdido en la escuela primaria la transmisión de los saberes básicos. Los saberes básicos son leer, escribir, calcular. Eso es una confesión tremenda. Los chicos tienen hoy dificultades para aprender. Incluso, el acceso a Internet no siempre les ayuda a aprender.
-¿La escuela se siente desbordada en este nuevo escenario?
-Hay escuelas en las que las funciones extraescolares han venido ocupando demasiado tiempo: comedores, centros de contención. Eso hace que la transmisión académica de conocimientos haya quedado reducida en algunos lugares a niveles muy elementales.
-¿Las escuelas privadas están mejor preparadas para atender estas debilidades?
-En cierto modo, sí. Los problemas sociales y culturales también influyen en el alumnado de las escuelas privadas. Pero, por ejemplo, las huelgas docentes no se dan con tanta severidad.
-¿Ha habido un pasaje de alumnos de escuelas estatales a privadas?
-Sí, en forma muy notable, lo cual, como antiguo alumno de escuelas estatales, no me hace demasiado feliz. Además, según cómputos recientes de la provincia de Buenos Aires, un alumno en las escuelas de la Iglesia le cuesta al Estado provincial menos de la mitad que lo que le cuesta un alumno en escuelas estatales. La libertad de enseñanza supone, también, una economía para el Estado.
-¿Hoy está afectado el derecho de los padres a elegir libremente la educación para sus hijos?
-En cierto modo sí, en cierto modo no. Pueden elegir la educación de sus hijos y enviarlos a una escuela privada, confesional, aquellas familias que pueden pagar una cuota, que en nuestros colegios parroquiales son muy accesibles. Pero hay algunos que no pueden pagar. En ese caso, la familia no puede cumplir con su aspiración. Pero, además, hay otro elemento: los contenidos de los programas que tienen vigencia en las escuelas estatales muchas veces no tienen en cuenta las convicciones morales, filosóficas, religiosas de las familias. En ese sentido, los padres de esos alumnos no pueden ejercer plenamente el derecho a la libertad de educación.
-¿Dónde se registra esta restricción?
-Particularmente en los programas de algunas materias recientes, como construcción de ciudadanía o educación sexual, salud y adolescencia, y aún en otras, como historia. Los programas oficiales y la bibliografía que se imparte tienen un sesgo ideológico notable. Los alumnos que van a la escuela estatal reciben lo que se transmite allí, aún cuando eso fuera en contra de las convicciones de sus padres.
-¿Ese sesgo ideológico se fue acentuando en los últimos años?
-Creo que sí. Tradicionalmente hemos criticado el carácter laicista de la educación argentina. Sin embargo tenemos que reconocer que la escuela del laicismo clásico transmitía una serie de valores humanos fundamentales que hoy resultan cuestionados en este sesgo ideológico de algunos programas recientes.
-¿Por ejemplo?
-La definición de la familia, el matrimonio, los problemas acerca de la educación sexual, la vida; juicios históricos sobre la realidad argentina y sobre el papel de la Iglesia en la historia nacional. Y se ha ido imponiendo en las ciencias sociales una filosofía constructivista del conocimiento y esa orientación niega el orden natural.
-¿Es una tendencia que se da en otros países?
-Se da en otros países porque se trata de un nuevo giro que ha tomado la cultura de la Ilustración. Incluso, se ha dicho que la reforma educativa argentina ha imitado a la española. La globalización supera hoy todas las fronteras y en este ámbito se verifica también.
-¿Le preocupa que el gobierno impulse determinados contenidos de educación sexual?
-Sobre este tema ha habido un trámite bastante complejo, porque en el Ministerio de Educación de la Nación se formó en su momento una comisión asesora, en la cual participaban también algunas personas nombradas por el Consudec, del ámbito eclesial, pero la inmensa mayoría profesaba esta ideología constructivista y se notaba sobre todo los tópicos característicos del feminismo extremo en estos temas, la perspectiva de género, de tal modo que las orientaciones que sugería nuestra gente no han sido tomadas debidamente en cuenta. Con todo, yo creo que los institutos de la Iglesia tendrán que transmitir esta enseñanza de acuerdo a los principios de la fe y la moral cristiana. En eso vamos a reivindicar siempre nuestra libertad.
-En el documento oficial se promueve la enseñanza obligatoria de los métodos anticonceptivos.

-Sin ninguna valoración moral y transmitiendo, además, una información parcializada. El problema es qué concepción del hombre se transmite. Lo que está en juego aquí es la dignidad de la persona humana.

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