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miércoles, 27 de mayo de 2009

La píldora del día siguiente, una receta gastada - Por Rafael Serrano, Aceprensa

El Ministerio de Sanidad español ha anunciado con tono de estar haciendo algo muy importante su decisión de autorizar la venta libre, sin prescripción médica, de la píldora del día siguiente (PDS) o contracepción de emergencia. “Pretendemos eliminar los obstáculos con que se encuentran las mujeres, en particular las más jóvenes, para acceder a algunos métodos anticonceptivos”, explicó la ministra Trinidad Jiménez. Para mostrar la necesidad de tumbar barreras, recordó que en 2007 se alcanzó un nuevo máximo de abortos, 112.138, de los que casi 15.000 fueron de menores de 20 años, incluidos 500 de chicas que no contaban 15 años. Eso, dijo la ministra, es “un grave problema” que exige “soluciones de urgencia”.
Nueva en el cargo, Jiménez no necesita declararse responsable del fracaso de las repetidas campañas con que desde hace casi veinte años su departamento intenta reducir los embarazos no deseados y los abortos entre la juventud. Podría alegar que la ineficacia de sus predecesores, en este asunto, la obliga a buscar “soluciones de urgencia” para “un grave problema” que hasta ahora no se ha sabido acometer bien.

Pero la ministra actual ha preferido cargar con la herencia recibida al insistir en la misma estrategia que ha venido fallando hasta hoy. La propaganda anticonceptiva nunca, en efecto, ha logrado reducir los abortos. Y entre los distintos métodos aconsejados y facilitados, la PDS no ha sido excepción.

¿Reducirá los abortos?

La PDS se emplea en España desde 2001, con gran éxito comercial. El crecimiento ha sido meteórico: de unas 100.000 unidades dispensadas el primer año, se ha llegado a 540.000 en 2008, más de 55 por mil mujeres en edad fértil. Sin embargo, en un periodo de un año menos (2001-2007), el número de abortos ha subido un 60%; y –lo que es más significativo– la tasa de abortos por mil mujeres (15-44 años) ha pasado de 7,66 a 11,49. En las menores de 20 años, el aumento ha sido aún más acusado: de 8,29 a 13,79 por mil. (Ver evolución del aborto entre 1998 y 2007 en Aceprensa, 3-12-2008.)

¿Ha habido dificultades para conseguir la píldora?

Obstáculos para conseguir la PDS no habrá habido tantos, cuando su consumo se ha multiplicado por cinco desde su aparición en 2001. Incluso se puede obtener gratis en los centros de planificación familiar de diez comunidades autónomas, que entre todas comprenden el 58% de la población española. En todo caso, su ineficacia para reducir los abortos no puede deberse a la necesidad de prescripción, según muestra la experiencia extranjera.

¿Qué enseña la experiencia extranjera?

En Francia, la PDS se vende sin recta desde 1999. Para las menores de edad es gratis. Las demás solo pagan el 35% del precio si están afiliadas a la Seguridad Social. Es un buen modelo, según el secretario general de Sanidad español, José Martínez Olmos, a quien El País (12-05-2009) atribuye la afirmación (no entrecomillada) de que en Francia, desde que se autorizó la venta libre de la PDS, el número de abortos bajó el 20%.

Al otro lado de la frontera no comparten ese optimismo. La DREES (Dirección de Investigación, Estudios, Evaluaciones y Estadísticas) publica un análisis anual del aborto en Francia. En el correspondiente a 2005 se lee: “El número de IVG [interrupciones voluntarias del embarazo] por mil mujeres de 15 a 49 años en la Francia metropolitana fue de 14,3 en 2005, lo que supone un ligero retroceso con respecto al año anterior. Sin embargo, la tasa aumenta continuamente en las menores y en las mujeres de menos de 20 años, y pese a la expansión de la contracepción de emergencia, el número de IVG no disminuye” (DREES, “Les interruptions volontaires de grossesse en 2005”, Études et Résultats, n.º 624, febrero 2008, p. 1; disponible en PDF, 350 KB).

Resulta, pues, difícil adivinar de dónde ha podido sacar Martínez o la periodista de El País el dato que ella pone en su boca. Las estadísticas oficiales francesas dicen que allí los abortos subieron de 196.885 en 1999 a 209.699 en 2006 (último año con cifras definitivas). A diferencia de España, ha habido ligeros descensos en algunos años del periodo, pero desde 2001 el número nunca ha bajado de 202.000. La tasa general de abortos por mil mujeres de 15 a 49 años ha seguido las oscilaciones del total, pero la de menores de 20 años ha subido sin altibajos: entre 2002 y 2006, de 8,9 a 11,5 por mil en las chicas de 15 a 17 años, y de 21,6 a 23,8 por mil en las de 18 a 19 años.

Francia no es una excepción. En Inglaterra y Gales (las otras partes del Reino Unido llevan estadísticas separadas) hubo 176.364 abortos, o sea 17,1 por mil mujeres de 15-44 años, en 2001, cuando se autorizó la venta libre de la PDS (no se cuentan los abortos practicados a extranjeras, que fueron casi 10.000). Al año siguiente hubo un descenso ligerísimo, pero fue una falsa alarma: desde entonces el número y la tasa no han cesado de crecer, hasta 198.499 y 18,6 por mil en 2007. También la tasa en menores de edad bajó en 2002, y otra vez en 2004; pero ahora está más alta que nunca: 19,8 por mil. (Los datos se pueden buscar en la web del Departamento de Salud de Gran Bretaña.)

El fenómeno es de general cumplimiento allí donde se ha observado. Por eso, la especialista Anna Glasier ha podido afirmar, tras revisar diez estudios realizados en distintos países, que “el aumento de la contracepción de emergencia no tiene ningún efecto sobre las tasas de embarazos no deseados y de abortos” (British Medical Journal, 16-09-2006; más detalles en Aceprensa, 11-10-2006).

¿Cómo influye la dispensación sin receta?

Lo que sin duda se logra quitando el requisito de prescripción médica es que aumente el uso de la PDS. El Journal of the American Medical Association (5-01-2005) publicó un estudio que comparó durante dos años tres grupos de mujeres de California que no deseaban hijos y que tomaban anticonceptivos o pedían la PDS en un centro de planificación familiar (cfr. Aceprensa, 26-07-2006). A unas se facilitó la PDS para que la tuvieran en casa, otras podían adquirirla en la farmacia sin receta, y las del tercer grupo podían obtenerla en el centro. Mientras que entre el segundo grupo y el tercero no hubo diferencia estadísticamente relevante en cuanto al consumo de la PDS, lógicamente las del primer grupo recurrieron a ella mucho más. Sin embargo, su tasa de embarazos no fue menor que las de las otras, cosa que no anuncia descenso alguno de los abortos.

Los autores concluyen a favor de liberalizar el acceso a la PDS (cosa que en Estados Unidos se hizo al año siguiente), pero advierten: “Aunque suprimir el requisito de acudir a las farmacias o a clínicas para obtener la contracepción de emergencia hace que aumente el uso, los efectos para la salud pública pueden ser insignificantes”.

Es previsible, pues, que también la medida recién tomada por el Ministerio de Sanidad español sea en el mejor de los casos insignificante para el “grave problema” del aborto en menores. Sobre todo si, conforme a la nueva ley del aborto que propone el gobierno, el aborto pasa a ser considerado un derecho de la mujer, al que tendrán acceso también las menores de edad a partir de los 16 años sin información a sus padres.

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