Numerosos estudios muestran que el fracaso escolar se está cebando con los niños. Mientras que en Europa todavía hay mucha gente reacia a admitir esta realidad, en Estados Unidos la “crisis de los chicos” está siendo objeto de una profunda investigación científica. Entre otros, destacan los trabajos de Michael Gurian: A Fine Young Man, The Wonder of Boys y The Purpose of Boys.
Tras analizar muchos de estos estudios, María Calvo Charro llega a la conclusión de que el fracaso escolar de los chicos se debe en buena medida a que los métodos docentes se aplican por igual a niños y niñas, sin atender a las necesidades específicas de cada sexo.
Esta pretendida neutralidad ha inclinado la balanza a favor de las chicas: “Los estilos de aprendizaje, las formas de comportamiento, de afectividad y de socialización han experimentado una evidente feminización o adaptación a los gustos, habilidades y preferencias de las mujeres”.
Según Calvo, el predominio de lo femenino provoca frustración y desánimo en los chicos: “Se les obliga a comportarse como niñas y se les intenta convencer de que son iguales a ellas, mientras ellos perciben que se quedan atrás en clase”.
El problema se agrava ante la falta de modelos masculinos de referencia. Si en la familia es la madre sobre todo quien educa a los hijos, en la escuela la docencia está cada vez más feminizada: hoy casi el 90% de los profesores de las escuelas americanas son mujeres.
“Después de los años noventa se ha comprobado que un motivo clave en el fracaso escolar de los chicos y en sus problemas de comportamientos es la ausencia de modelos con los que identificarse en aquellas familias sin padres, monoparentales o en las que los progenitores están constantemente fuera del hogar y desvinculados de la educación de sus hijos”.
Soluciones diferenciadas
A diferencia de lo que ocurre en buena parte de Europa, donde la educación mixta sigue siendo un dogma indiscutido, en Estados Unidos está surgiendo un clima de opinión favorable a la enseñanza diferenciada. A finales de 2006, el Departamento de Educación autorizó la creación de centros públicos especializados por sexos. Ahora hay más de 500 escuelas públicas con educación diferenciada repartidas por todo el país.
La idea que inspira a estos centros es que los métodos pedagógicos deben ser distintos para cada sexo, aunque las metas y los objetivos sean los mismos. “Diversos estudios demuestran que los chicos necesitan autoridad, disciplina, emociones fuertes, que se les planteen retos, tensión, confrontación, competición; factores que se han extirpado en general del sistema escolar”.
Una de las iniciativas de mayor éxito ha sido la apertura de colegios públicos masculinos, donde la mayoría de los docentes son varones. Los profesores, dice Calvo, saben cómo encauzar la energía masculina y su constante necesidad de movimiento; descubren en los impulsos de los chicos “una oportunidad para aprender, en lugar de interpretarlo como un mal comportamiento que debe ser anulado”.
En Washington D.C., donde los chicos suspenden tres veces más que las niñas en primaria, se ha puesto en marcha Septima Clark. Se trata de una escuela pública “diseñada expresamente para ayudar a los niños a superar la crisis educativa en la que se encuentran inmersos y hacer posible que lleguen a ser lo que quieren ser”.
Otro ejemplo que cita la profesora Calvo es el East Rochester Elementary School. “El director Jean-Claude Brizard es consciente de que la capacidad de comprensión lectora es un indicador de éxito escolar, y que los chicos carecen de ella en mucha mayor medida que las niñas de su misma edad”. Por eso, los profesores han comenzado a aplicar técnicas de lectura específicas para niños.