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lunes, 17 de octubre de 2011

Sobreviviente del aborto: debemos modificar nuestra forma de hablar sobre el embarazo y la adopción - notifam.net


Por Melissa Ohden
Nota: Melissa Ohden, una activista y vocera pro-vida, es una sobreviviente de un aborto fallido por infusión de solución salina en 1977. Usted puede encontrar más información sobre este relato aquí en su página por la red cibernéica.
14 de octubre de 2011 (Notifam) – “¡Oh, ese segundo en el que uno cambia TODO!”. Es gracioso ver cómo, en un abrir y cerrar de ojos, todo cambia. Tu familia de tres es de repente una familia de cuatro, esperando la salida del niño # 2 del vientre materno hacia el mundo exterior. Tu enfoque externo sobre los tejemanejes del mundo se vuelve ahora más internamente a tu hijo en desarrollo y a tu familia que cambia, bien que felizmente. Y de repente, las mismas personas que se preguntaban en voz alta durante los últimos 3 ½ años, desde que tu primer hijo nació, cuándo ibas a darle un hermano, son las mismas personas que de repente se lamentan contigo respecto a las dificultades que ellas creen que tú experimentarás al tener un segundo hijo. 
Como oradora y defensora pro-vida, como sobreviviente del aborto, yo vivo de mi trabajo todos los días. Nunca me despertaré una mañana y de repente olvidaré el hecho que se suponía que mi vida iba a terminar en nombre de la elección de otra persona. Nunca seré capaz de mantener a mis hijos y no considerar que ellos nunca habrían existido si el aborto de mi madre biológica hubiera logrado acabar con mi vida. Nunca dejaré de sentir el llamado a salvar y transformar vidas. Nunca subestimaré el poder de las palabras, del lenguaje que utilizamos cuando hablamos de los niños, sobre el embarazo y la adopción, y cuán impactantes son en realidad esas palabras.
Durante mi embarazo con Olivia, yo estaba tan emocionada de estar embarazada que no pensé mucho sobre las palabras que utilicé para describir su llegada a este mundo. “¡Estamos esperando! ¡Vamos a tener un bebé!”. Ryan y yo anegábamos con palabras a cualquiera que nos escuchaba. Ahora que estamos embarazados de nuestro segundo hijo, estas palabras no sientan bien conmigo cuando hablo sobre nuestra familia. Tal vez lo hacen con algunas personas, y estoy de acuerdo con eso. No estoy juzgando, sino simplemente haciendo una observación sobre nuestra familia y el lenguaje de la cultura en la que vivimos hoy en día, que fracasa, por lo general, al no reconocer que la vida comienza y merece ser protegida desde el momento de la concepción. El lenguaje es poderoso e inclusive insidioso. No estamos “esperando”, tampoco vamos a tener, en sentido estricto, tenemos y somos. Somos los padres de un niño que sólo está creciendo en mi vientre precisamente en este momento, preparándose para entrar en el mundo más grande en mayo de 2012. 
Cuando Ryan y yo decidimos conseguir una remera camiseta para Olivia, que ella pudiera usar para anunciar con orgullo a nuestra familia y amigos que ella es una hermana mayor, me arrojé una y otra vez sobre las remeras disponibles. “¡Voy a ser una hermana grande!”, exclamaba la mayoría de las remeras. Las miré decepcionada. Me lamentaba pensando que Olivia no va a ser una hermana mayor, ella ya es una hermana mayor. No había un momento mágico durante mi embarazo o en el momento del nacimiento que de repente su hermano o hermana iba a convertirse en su hermano –ellos ya son hermanos. El hecho que uno de mis hijos esté creciendo dentro de mí ahora mismo, mientras que el otro viene a escondidas a nuestra cama todas las noches para acurrucarse no cambia el hecho: Ryan y yo somos los padres de dos niños. Olivia es una hermana mayor. Nuestro segundo hijo existe, y estamos esperando ansiosamente verlo o verla cara a cara por primera vez. Tuvimos la suerte de encontrar la camisa adecuada para nosotros que refleja nuestros sentimientos, como se puede ver arriba en la foto de Olivia arriba (la sonrisa radiante y girando la batuta son un lustre adicional de nuestra hija). 
¿Cuántas veces a lo largo de un día cualquiera, sin embargo, usamos palabras como “esperando” y “va a ser la hermana mayor” para describir circunstancias de nuestra vida? Ciertamente, entiendo que es en beneficio de la brevedad que se usan estas palabras (confía en mí, he pasado más tiempo durante este embarazo explicando por qué usamos las palabras que nos hacen individuos insospechables), pero para alguien como yo, que como niña abortada que vivió por milagro, estas palabras son una pendiente resbaladiza en una cultura de la muerte. No me extraña que todavía estamos luchando contra la descripción de los niños como yo como un “masa de tejidos”, “grupo de células” o “producto de la concepción”, cuando, al igual que como los pro-vida, las palabras que utilizamos y las descripciones que hacemos de los niños están en el límite cuestionable en términos de su respeto por la vida humana.

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La primera vez que le conté entusiasmada a un colega pro-vida que estaba embarazada con nuestro segundo hijo, en vez de abrazarme en una forma cálida como me hubiera esperado, me dio una palmada en la espalda y se rió con ganas. “¡Oh, ese segundo hijo lo cambia TODO! ¡Voy a rezar por tu paciencia y energía!”. Ahora bien, es difícil poner en papel el tono de las palabras que esa persona utilizó, pero puedo decir que el tono era hiriente y la risa fue demasiado fuerte y larga para mi gusto. Tal vez si esas palabras hubieran sido moderadas en sus comentarios con un “pero en realidad, estamos muy felices por tu familia”, me sentiría diferente respecto a la situación. Y tal vez si yo no hubiera seguido recibiendo comentarios como ese de amigos y colegas que amo y respeto, yo no habría pensado nada de esto. Pero esos mismos individuos que han estado esperando ansiosamente que nosotros tuviéramos otro hijo son los mismos individuos que describieron de esa manera la llegada de un segundo hijo. Sí, yo estaba decepcionada por este comportamiento, pero más aún, me dejó pensando: Si la gente me hablaba de esa manera, conociendo mis experiencias y profesión, ¿cómo le hablarían a otras personas? Y más aún, a pesar que yo tenía una gran cantidad de conocimientos y experiencia cuando me embaracé, sobre los hijos, la adopción y el aborto, la mayoría de las personas no tiene esa clase de base para aprovechar. ¿Cómo las afectan las palabras que usamos? ¿Las palabras que usamos, aunque sea inocentemente, se suman a la cultura de la muerte y a la falta de respeto a la vida humana desde el momento de la concepción?
Cuando me presenté en la conferencia de Real Choices Australia, en Sydney, Australia, el pasado mes de mayo, yo había preparado un Powerpoint marcado en profundidad por estadísticas y experiencias de la tríada de la adopción al tratar este tema. Yo estaba preparada para dirigir una discusión sobre por qué tantas mujeres jóvenes me dicen que preferirían acabar con la vida de sus hijos mediante el aborto en lugar de hacer un plan de adopción para ellos debido a su percepción que ellas no podrían “renunciar” a sus hijos. Pero cuando los bien informados y profesionales pro-vida de las diferentes áreas de los centros de embarazo, de las organizaciones por el derecho a la vida, de las familias sustitutas, de las agencias de adopción y del campo de la educación se involucraron en conversaciones conmigo y entre sí a lo largo de los días de la conferencia, yo sabía que había algo mucho más importante que tenía que hacer. Yo debía centrar su atención en las palabras que ellos estaban usando para discutir el proceso de adopción, los adoptados y los padres biológicos. “Ellos renunciaron a ellos. Fueron abandonados”, fueron los temas predominantes, como en otros tantos lugares en la actualidad, incluso en nuestras propias organizaciones e incluso en nuestras propias casas. Solamente esta semana, en un banquete en un Centro de Embarazos en Nebraska y en una charla educativa en la Universidad de Ohio, he oído las palabras “entregado” más veces de las que podía contar, incluso después que traje a colación el tema.
Aunque como adoptada puedo entender el sentimiento que una fue “abandonada”, y sólo puedo asumir lo doloroso que debe ser hacer un plan de adopción para tu hijo y dejar que se vayan de tus brazos, de tu cuidado, en el gran esquema de cosas, como adoptados, se nos dio la vida, y como padres biológicos ellos nos dieron la vida. ¡Éste es un regalo hermoso! Y como orador y abogado que viaja y habla a las personas en todo el mundo en forma frecuente, puedo decir que nuestras palabras son tan increíblemente poderosas a la hora de hablar sobre la adopción. Nadie quiere ser percibida como una mala madre o un mal padre, como alguien que “abandonó” a su hijo. Lamentablemente, muchas mujeres comparten conmigo que abortaron a su hijo para evitar el juicio y la condena de quienes los rodean. Aunque en última instancia cada mujer tiene una opción, creo que tenemos la responsabilidad de utilizar un lenguaje que fortalezca y apoye a las personas, que ponga de relieve el amor y el desinterés que viene con la adopción.
Al igual que muchos, he leído hoy con gran tristeza sobre el fallecimiento de Steve Jobs, el fundador y ex CEO de Apple. Y al igual que muchos, yo no sabía antes de leer el artículo que Steve era un adoptado. He aquí una breve cita de la página web de ABC respecto a su vida y su muerte: “Pero esa vida personal – al nacer fue entregado en adopción, tuvo un hijo ilegítimo…”. ¡Qué lenguaje interesante se utilizó para describir su adopción y su paternidad de un hijo fuera del matrimonio! ¿Esas palabras están ensalzando a un hombre increíble cuyos dones a nuestro mundo son legendarios? ¿Esas palabras están ensalzando a la mujer que dio vida a un hombre extraordinariamente brillante e hizo un plan de adopción para él? ¿Esas palabras están ensalzando a su hijo que ahora está de luto por la pérdida de su padre?
El lenguaje es ciertamente poderoso. Una palabra puede comunicar tanto. El tono que uno imprime a sus palabras puede reflejar una connotación negativa o positiva que es hábilmente captada por los oídos de aquéllos que están en crisis o necesitados. Cada niño es una bendición. La adopción es un regalo para todos los miembros de la tríada de la adopción ¡Qué diferente suenan esas frases de sonido, luego de ‘Oh, ese segundo hijo’ y ‘abandonado’. Sí, a menudo se tarda algún tiempo en volver a entrenar la forma de hablar para reflejar nuestros verdaderos pensamientos y valores, pero creo que vale la pena. En sólo dos meses, mi segundo hijo me ha dado la capacidad no sólo de pensar, sino de hablar de su vida y el papel importante en nuestra familia, de una manera que refleja mejor mi creencia sobre la importancia de cada vida humana desde el momento de la concepción. 
Una simple palabra que pronuncias hoy puede marcar la diferencia entre elevar a alguien o derribarlo. Una simple palabra que pronuncias hoy puede marcar la diferencia entre la vida o la muerte de un niño. Rezo para que tus palabras irradien vida en todos aquéllos con los que te pongas en contacto.

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