Por José Bolio Halloran
"La Familia y el Amor se unen al irreparable dolor que embarga a la Humanidad por el sensible fallecimiento de una de sus instituciones más longevas y benéficas de todos los tiempos: el Matrimonio. De quien se dice, murió a manos de la Sociedad y sus secuaces: el Egoísmo y el Hedonismo. Descanse en paz".
Así es, tras una encarnizada batalla, parece ser que el anticuado y desprestigiado Matrimonio no resistió más y sucumbió ante la moderna y práctica Sociedad, quien continúa celebrando su "libertad".
Se rumorea que, herido de muerte y previo a su última exhalación, el Matrimonio emitió un conmovedor discurso que a continuación nos permitimos reproducir:
"Me voy con el alma entristecida, que no resentida porque, si mis victimarios actuaron como lo hicieron, fue a causa del gran engaño del que a su vez fueron objeto.
"¡Sí, el gran engaño!, según el cual la vida es tan corta que sólo debemos vivirla para nosotros mismos y no para los demás. La penosa estafa que les mueve a confundir la felicidad con el placer, el cual, mientras más inmediato y fácil, mejor.
"Que no hay sacrificio por los demás que valga la pena. Que no hay otra vida después de ésta. Que lo que importa es el aquí y el ahora.
"¿Libertad o libertinaje? ¡Qué más da! Cuestiones terminológicas. El chiste, según dicen, es hacer lo que me plazca cuando me plazca, siempre y cuando me agrade; ya que la bondad o maldad de mis actos va en función del placer que me reportan.
"Tener, no ser. Recibir, no dar. Ser feliz, no hacer feliz. La persona más importante: yo. ¡Qué triste!
"¡Sin sentimiento no hay amor! ¡Vaya mentira!
"Me voy con la conciencia tranquila, porque pregoné afanosamente que sólo el amor verdadero nos llevará a la felicidad verdadera. Que el amor es mucho más que sentimiento, porque requiere de inteligencia y voluntad. Mientras más amamos, más felices somos, y el Matrimonio es una oportunidad inmejorable para amar más, para darnos más y aceptarnos más, en otras palabras, totalmente.
"Me voy un poco frustrado porque en vano traté de hacerles entender que las diferencias de pareja son normales, ya que son dos personas distintas con gustos, psicología, temperamento, carácter, educación y problemas distintos. Que lo malo no es discutir, sino no saber hacerlo. Que con amor no hay diferencia que no sea superable.
"También les dije que el amor matrimonial: maduro, estable y armonioso, trasciende por mucho a su antecesor, el impetuoso y fugaz enamoramiento.
"Y que es importante escoger a quién se ama, pero lo es aún más amar a quien se escoge.
"Por más que les advertí que era signo de soberbia sacar a Dios de la vida matrimonial, no me hicieron caso. Confiaron demasiado en sus propias fuerzas y ahí están los resultados.
"¡Pobre Sociedad, victimaria mía! ¿No te das cuenta que todavía no expiro y ya te estoy haciendo falta? Sin mí te estás viniendo abajo. Los niños, hombres y mujeres del mañana, ya no tienen la estabilidad emocional que sólo el buen matrimonio de sus padres puede darles. No están aprendiendo el ejercicio de las virtudes. Se están volviendo egoístas y, por lo tanto, infelices.
"¡En fin, Sociedad, sobre tu espalda caerá la culpa de tu infelicidad! Ahora expiro".
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