Bremner recuerda que en las dos últimas décadas “Hollywood ha producido muchos films en los que la humanidad hace el papel de malo de la película: los animales son amenazados por avariciosos y rapaces seres humanos (Happy Feet); el hombre es presentado como el desencadenante del caos climático en el mundo (The Day After Tomorrow); la ciencia es la amenaza para los sentimientos humanos (I Robot)....”.
El propio Cameron ha reflejado este desencanto con la humanidad en otros films anteriores (Alien, The Abyss, The Terminator). “Cameron tiene un historial de director que usa la más sofisticada tecnología de la sociedad moderna e industrial para poner por los suelos el desarrollo que le permite ejercer su oficio”, dice Bremner.
En Avatar la misantropía de Cameron alcanza un nuevo nivel de anti-humanismo, asegura el crítico. ”El protagonista principal, y héroe, está tan desencantado con la humanidad que literalmente reniega de su propia especie”, para unirse a los aborígenes Na’vi.
Para que la audiencia se persuada de que es legítimo que un ser humano se una a otras especies y comience a matar a otros hombres, Cameron echa mano de tres recursos de ficción. Primero, los mineros y mercenarios que desembarcan en el planeta Pandora van con un propósito genocida y explotador, lo que indica que el hombre no ha cambiado desde la época de las exploraciones y grandes conquistas. “Incluso hay una sugerencia bastante explícita de que los humanos están actuando como hicieron los colonizadores de América y que los Na’vi, cuyas armas principales son arcos y flechas, son los equivalentes a los nativos americanos. Aquí se presenta a la humanidad como si no hubiera aprendido nada del pasado y como si fuera inherentemente salvaje frente a todo lo que no comprende de inmediato”.
En segundo lugar, la colectividad de los Na’vi se describe como una armoniosa sociedad tribal, “una especie de primitiva utopía donde cada uno sabe cuál es su lugar y donde no existe el conflicto social. Una idea central del film es que también viven en plena armonía con el planeta, armonía que, naturalmente, los hombres destruyen.”
Un tercera suposición es que “el planeta Pandora tiene conciencia”. “Este idea refleja el concepto ‘verde’ de Gaia: es decir, la creencia en que todos los seres están conectados en una conciencia y que dañar a uno de ellos perjudica al organismo total. El film presenta esta idea incluso de modo más explícito haciendo que los extraterrestres sean capaces de conectar físicamente sus mentes con los animales y las plantas del planeta. Los humanos, por el contrario, son los que amenazan este paraíso ecológico, como una especie de plaga interplanetaria.”
“Es difícil imaginar –concluye Bremner– cómo Cameron, la productora y todos los que han hecho el film pueden sentirse a gusto con este mensaje de que la humanidad está sobrestimada, sobre todo cuando su trabajo y su pródigo estilo de vida se basan en el desarrollo y el progreso que Avatar denigra. Pero hay que tener en cuenta que el mensaje del film se dirige, no a las elites supuestamente responsables, sino a las por lo visto destructivas masas que van al cine”.
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