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miércoles, 16 de abril de 2008

De padres del “baby-boom” a cuidadores de nietos - (Nota completa haga clic aquí)

Por Cristina Abad Cadenas
Cada vez es más frecuente ver abuelos al mando del cochecito de sus nietos y abuelas que esperan a mediodía la salida de los niños del colegio. Son abuelos jóvenes que, para bien o para mal, viven una segunda paternidad. El nuevo rol de los abuelos es consecuencia también de los cambios en la estructura familiar y de los difíciles horarios de trabajo de sus hijos.
Pieza fundamental para el mantenimiento de la unidad familiar, los abuelos son portadores de la historia, transmisores de cultura y en ocasiones ejercen una labor de mediación en los conflictos entre la segunda y la tercera generación. Históricamente, la figura del abuelo ha sido un referente en la vida de las familias, ligada, sobre todo, a la infancia de los niños. Sin embargo, en nuestros días es frecuente encontrar adultos con abuelas y abuelos vivos.
Los abuelos españoles de hoy conforman un auténtico ejército. Fueron padres jóvenes en la época del baby-boom –entre 1957 y 1977- y son responsables, por tanto, del incremento de población en España. La coincidencia de este fenómeno con el aumento de la esperanza de vida, especialmente en el varón, ha generalizado la experiencia de ser abuelo, mientras que la jubilación más temprana ha contribuido a crear su estatus de hombre relativamente libre en el uso de su tiempo y en buen estado de salud, que puede dedicar más tiempo a sus nietos.

Cada uno en su sitio
Aunque todo esto es positivo también pueden darse algunos excesos. Con frecuencia, las circunstancias obligan a los abuelos a ejercer funciones que deberían cumplir los padres: la educación y la atención de las necesidades básicas, por ejemplo. “Siempre que no superemos sus propias capacidades es beneficioso que reciban encargos o participen de la vida familiar. El problema surge cuando se acude a ellos para suplir deficiencias que tenemos en nuestro mundo: atender a los nietos cuando son pequeños y no pueden hacerlo el padre o la madre, dar estructura a familias rotas, u otras funciones que pueden generarles tensión”, añade el Dr. Pla Vidal.
Las relaciones entre abuelos y nietos tienen un marco específico que las distingue de las relaciones entre padres e hijos, en especial la “distancia generacional” que puede facilitar el establecimiento de relaciones más libres. Ni los abuelos tienen la misma responsabilidad sobre los nietos que los padres sobre los hijos, ni los nietos sienten la necesidad de rebelarse contra los abuelos.
Cuando esta distancia no se respeta, se producen conflictos familiares, los nietos acusan las ausencias de los padres, y los abuelos –sobre todo las abuelas–, la carga de trabajo que supone el cuidado de los nietos, las diferencias en las culturas de crianza y la ambigüedad con respecto a la responsabilidad última de la atención.

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