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martes, 8 de abril de 2008

Voluntad de omnipotencia y aborto - por Fernando Pascual

Dos manos sostenían una cartulina roja con el siguiente texto: “Ferrara: tu madre debería haber abortado”.
Ocurrió en la ciudad italiana de Bolonia el 2 de abril de 2008. Giuliano Ferrara, promotor de una lista política contra el aborto, intentaba hablar desde una tribuna. Cientos de manifestantes gritaban contra el orador. Otros mostraban carteles a favor del aborto. Hubo quienes lanzaron huevos, monedas, amenazas.
¿El motivo de tanta agresión? Los hostigadores consideraban que Ferrara iba contra un “derecho” que debería ser reconocido a las mujeres: el “derecho” al aborto.
Desde la ideología abortista ha sido posible construir estados en los que muchos ven como natural el aborto selectivo. Miles y miles de niños con defectos son eliminados antes de nacer. El silencio ante esta masacre colectiva muestra hasta qué punto vivimos en sociedades discriminatorias.
En esa mentalidad se coloca la cartulina que apareció en Bolonia: no sólo estaría bien eliminar a los que tienen defectos, a los que nacen sin la perfección impuesta según los proyectos de los adultos. Estaría bien, sería incluso un “deber”, eliminar a aquellos seres humanos que el día de mañana pensarían de modo diverso, serían capaces de defender el derecho que todo hijo tiene de nacer.
La frase “Ferrara: tu madre debería haber abortado” refleja un aspecto central del movimiento abortista: la voluntad de omnipotencia. Ya no basta con decir que las mujeres tienen “derecho” a decidir quién nace y quién es asesinado antes de nacer. La frase expresa algo más profundo: que habría hecho algo malo aquella mujer, la madre de Ferrara, al haber dejado nacer a su hijo.
La voluntad de omnipotencia es el origen de las injusticias que han llenado de sangre la historia humana. En ese sentido, Hitler, Stalin y Mao compartían ideas muy parecidas, y las llevaron a la práctica con una malignidad que produjo millones de víctimas inocentes. No es de extrañar que los tres, en modos distintos, también fuesen promotores del aborto...
Esas mismas ideas están presentes entre los actuales defensores del aborto, porque pretenden eliminar completamente cualquier voz que pueda contradecirles. Desearían que nunca hubiera nacido nadie capaz de denunciar la injusticia del aborto.
La voluntad de omnipotencia será vencida cuando dejemos un espacio al amor. Sólo el amor nos enseña a respetar al ser humano por lo que es, aunque sea “imperfecto”, aunque tenga ideas distintas de las mías, aunque “llegue” en un momento difícil para la vida de la mujer.
Es urgente abrirnos a la justicia y construir un planeta capaz de acoger a todos. Hace falta mil voces que griten, que defiendan, que hablen por los marginados, los enfermos, los ancianos, los pobres, los no nacidos. Entonces empezaremos a construir un mundo más solidario y más bueno; un mundo humano, donde ninguna mujer provocará la muerte de su hijo, y donde todo hijo podrá dar gracias a su madre por haberle ofrecido, con su cuerpo y su corazón, respeto y, sobre todo, amor.

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