Un estudio muestra la estrecha relación entre los trastornos psíquicos post aborto y el incremento de suicidios de mujeres de entre 30 y 40 años. “Ningún estudio científico ha hallado que abortar reduzca el riesgo de trastornos psíquicos”. Esta afirmación proviene de los autores de un estudio elaborado por el British Journal of Psychiatry que, además, denuncia que el 97% de los abortos que se cometen en España se justifican precisamente por el riesgo de salud psíquica de la madre.
Al mismo tiempo, una encuesta elaborada por la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria muestra la estrecha relación que hay entre esos trastornos psíquicos o ‘síndrome post aborto’ y el incremento de suicidios entre mujeres.
De hecho, la encuesta revela que la tasa de suicidios femeninos es el triple entre las mujeres que abortan que entre las que no han abortado, mientras que esa tasa se multiplica por siete cuando la comparación se hace con las mujeres que dan a luz, incluso en embarazos no deseados.
Cabe recordar el hecho de que el suicidio es la primera causa de muerte femenina en España entre las mujeres en una franja de edad que va de los 30 a los 40 años.
Depresión, ansiedad, pensamientos suicidas...
El estudio del British Journal of Psychiatry, realizado por tres especialistas neocelandeses, se centró en más de mil mujeres durante un período de 30 años, empezando con una muestra original de 630 voluntarias.
A lo largo del estudio, los factores que se evaluaron tenían que ver con la depresión, ansiedad, pensamientos suicidas, alcoholismo y adicción a las drogas, además de tener en cuenta el nivel socioeconómico y familiar, así como los antecedentes psiquiátricos y otros problemas en las mujeres analizadas.
Los expertos valoraron la salud psíquica de las mujeres al término de su embarazo y cinco años después. Los resultados mostraron el mayor aumento de trastornos psíquicos entre las mujeres que abortaron.
Las conclusiones del estudio también determinaron que, con respecto al aborto legal por trastorno psíquico, no sólo no está probado que la intervención constituya una terapia, sino que la ruptura brutal del proceso natural del embarazo, que imbrica de una manera tan equilibrada y compleja a la madre y su hijo, tiene en muchos casos una consecuencia psicosomática grave, que exige tratamiento médico especializado.
Ocultar esta realidad a las mujeres que se plantean abortar perjudica a la mujer porque le niega elementos de juicio para valorar su decisión, pero además le impide luego la adopción de medidas médicas adecuadas para tratar el daño causado.
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