La
Plata, Argentina
UN SER HUMANO NO ES UN OBJETO
INDUSTRIAL
En su reflexión
semanal en el programa “Claves para un
Mundo Mejor”, Mons. Héctor
Aguer, Arzobispo de La
Plata , reflexionó sobre las técnicas de fecundación artificial
a raíz de la entrega del Premio Nobel de Medicina al médico que logró el primer nacimiento
de un ser humano mediante la técnica de la fecundación in vitro. “Técnica que se
ha difundido notablemente en todo el mundo y también, aunque no hay una
regulación legal, en la Argentina” (Vid Notivida
740).
“El laboratorio, afirmó el prelado, no es
el ámbito adecuado para el nacimiento de un ser humano. No es adecuado a la
dignidad de la persona humana … pareciera que por medio de manipulación de
gametos, como si tratara de un objeto industrial, se puede fabricar un ser
humano”.
Tras destacar “que aun nacido en esas
circunstancias, el embrión humano es un ser personal” y describir los abusos a
los que la técnica da lugar (selección, descarte, congelamiento de embriones)
concluyó que “la técnica de la fecundación in vitro consiste en jugar con la
vida y con la muerte de miles y miles de personas humanas” y la signó como “un
nuevo holocausto, que se añade al ya conocido del aborto”.
A continuación el texto completo de la alocución
televisiva:
“Mis amigos
televidentes hoy quiero comentarles algo acerca del Premio Nobel de Medicina,
que se adjudicó este año al Dr. Robert Edwards. Llamó la atención que se lo
premiara, después de más de 30 años, por haber logrado el primer nacimiento de
un ser humano mediante la técnica de la fecundación in
vitro”.
“Este reconocimiento
tardío pone de nuevo sobre el tapete el juicio que hay que hacer acerca de esta
técnica que se ha difundido notablemente en todo el mundo y también, aunque no
hay una regulación legal, en la Argentina”.
“En primer lugar
habría que recordar que el laboratorio no es el ámbito adecuado para el
nacimiento de un ser humano. No es adecuado a la dignidad de la persona humana
que, como enseña el Concilio Vaticano II, es el único ser en el cosmos visible
que ha sido querido por sí mismo como imagen y semejanza de
Dios”.
“Entonces, en la
técnica que ha sido objeto de tan alto reconocimiento se da una ambigüedad
fundamental: pareciera que por medio de manipulación de gametos, como si tratara
de un objeto industrial, se puede fabricar un ser humano. No es eso lo que
corresponde a la dignidad del nacimiento de la persona”.
“Hay que decir que
aun nacido en esas circunstancias, el embrión humano es un ser personal. Esto es
una verdad científica y a la vez una verdad jurídica porque en la actualidad se
acepta, con toda razón, el estatuto jurídico del embrión humano. Quiero decir
con esto que desde el inicio, desde el instante de la concepción, cuando se unen
los dos gametos, allí aparece un ser nuevo caracterizado por un ADN que lo
identifica hasta la muerte y a lo largo de todo su desarrollo vital, cualquiera
sea éste”.
“Por medio de la
fecundación in vitro el científico, el técnico podríamos decir, se hace dueño de
la vida y de la muerte. Es bien sabido que para lograr un nacimiento se
desperdician una cantidad notable de embriones y, por otra parte, es muy común
la selección. Se eligen aquellos que están en mejores condiciones, aquellos de
los cuales se puede preveer que no van a tener ninguna deficiencia; los demás
son descartados como objetos biológicos inservibles. Ahora bien: se trata de
seres humanos, se trata de personas humanas”.
“También es muy
común la práctica de la congelación de los embriones que se decide no implantar
pero ¿es aceptable que se congele a un ser humano? ¿Está esto de acuerdo con su
dignidad?”
“Todo el mundo sabe
que hay miles y miles de embriones congelados en todo el mundo, de seres humanos
cuya suerte no se sabe cual será y que sufrirán deterioros o morirán a causa de
esas condiciones a las cuales se los somete. De paso, hay que señalar el enorme
negocio a que da lugar la aplicación del método de fecundación
artificial”.
“Este Premio Nobel,
entonces, nos obliga a pensar otra vez la importancia de reconocer verdades
fundamentales que tienen que ver con la dignidad de la vida humana y con su
carácter sagrado, desde el inicio hasta su fin natural. No se puede, a cualquier
precio, lograr un nacimiento para satisfacer el respetable deseo de una pareja
de tener un hijo. Este deseo tiene que ajustarse a pautas éticas
objetivas”.
“La técnica de la
fecundación in vitro consiste en jugar con la vida y con la muerte de miles y
miles de personas humanas. Podríamos hablar en este caso de un nuevo holocausto,
que se añade al ya conocido del aborto”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario