“Cuando uno quebranta la ley moral, entonces surgen mil problemas diferentes, previsibles y no previsibles”, denuncia un experto en bioética.
Los graves problemas éticos y legales que puede provocar la reproducción artificial se han puesto nuevamente de manifiesto tras conocerse que una pareja residente en Canadá presionó hasta conseguir que una madre de alquiler abortase el bebé que esperaba porque probablemente tenía síndrome de Down.
Un médico especialista en fertilidad de la región de la Columbia Británica reveló la existencia de un contencioso entre la pareja y la madre de alquiler, en torno al deseo de la pareja de abortar su bebé, según una información publicada por el diario National Post (Correo Nacional) y reproducida por LifeSiteNews.com.
El experto informó de que los padres se habían enterado, mediante un ultrasonido realizado durante su primer trimestre de vida, que el bebé probablemente tenía síndrome de Down, por lo que decidieron ‘rescindir’ el contrato y, al mismo tiempo, la vida del bebé.
Por su parte, la madre de alquiler, que tiene dos hijos, inicialmente no estuvo de acuerdo con los padres y rechazó la idea de abortar, decidiendo tener el bebé. Sin embargo, las presiones eventualmente la decidieron a abortar.
En ese sentido, cabe preguntarse qué hubiera ocurrido si la madre de alquiler hubiera continuado con el embarazo hasta dar a luz.
Las partes habían firmado un acuerdo que decía que los padres no serían responsables del hijo si la madre de alquiler continuase con el embarazo en contra de los deseos de los padres.
Tratado como mercancía
El doctor Ken Seethram, quien supervisaba el caso, discutió la situación que se produjo en su momento, el pasado año, durante una reciente presentación ante la Canadian Society of Fertility and Andrology (Sociedad Canadiense para la Fertilidad y Andrología).
Seethram, que trabaja en la Pacific Centre for Reproductive Medicine (Centro del Pacífico parala Medicina Reproductiva ), argumentó que la situación sugiere que no hay necesidad de que el Gobierno supervise los contratos entre los padres y la madre de alquiler.
Al mismo tiempo, Sally Rhoads, una ex madre de alquiler que tiene un sitio cibernético para apoyar aquellos que son “la tercera parte contractual en los casos de reproducción”, señaló que los padres deben de ser “protegidos” si hay un desacuerdo sobre si el bebé debe de ser o no ser abortado.
“El bebé sujeto del embarazo es su bebé. Usualmente es su cría genética”, dijo. “¿Por qué los padres interesados deben estar obligados a criar un niño que no quieren? No es justo”, añadió.
Sin embargo, Juliet Guichon, una especialista en la bioética en la Universidad de Calgary, advirtió de que los niños no pueden ser tratados de la misma manera que se trata cualquier otro producto que surge de una línea de producción.
“¿Deben las reglas del comercio ser aplicables a la creación de niños? No, porque los niños sufren”, agregó Guichon en declaraciones al National Post. “Es como detener la línea de producción y decir: ‘Oh, no, aquí hay un defecto.’ Eso tiene sentido ante un cuadro de producción, pero en la reproducción es mucho más problemático.”
Quebranto de la ley moral
Al mismo tiempo, el doctor John Shea, líder canadiense en bioética y perito en las tecnologías reproductivas, manifestó que la situación evidencia los peligros de las leyes liberales en Canadá sobre el comienzo de la vida. “Cuando uno quebranta la ley moral, entonces surgen mil problemas diferentes, previsibles y no previsibles,” dijo él.
“Aquí hay tantas cosas básicas que están mal”, denunció Shea ante LifeSiteNews (Notifam). El doctor insistió en que el niño concebido tiene “el derecho fundamental de Dios mismo a que se le permita nacer”. “Los secretos deshonestos entre los futuros padres y la madre de alquiler son irrelevantes”, aclaró. “La ley moral es la ley moral”.
El doctor Shea también criticó duramente la práctica de los vientres de alquiler y la reproducción artificial como concepto. El especialista señaló que, para lograr el implante de un embrión, los médicos necesitan lograr la concepción artificial de muchos más, quienes son desechados o congelados. En Canadá, en realidad se implantan varios con la esperanza de que uno sobreviva.
También concluyó que se ha demostrado que la reproducción artificial es peligrosa para el niño; por ejemplo, existe un gran aumento en los casos de bebés prematuros con sus correspondientes riesgos para la salud.
“El niño debe de ser concebido mediante la relación sexual en el matrimonio”, sostuvo. “El niño tiene derecho a ser concebido de esa manera”.
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