Las parejas que viven juntas antes de casarse tienen, de media, una probabilidad 6 veces mayor de romperse antes de que lleguen a los 10 años de convivencia. En cambio, las expectativas de duración de la pareja mejoran si empezaron a convivir cuando ya estaban casados.
El estudio refleja también el aumento espectacular de la cohabitación en Estados Unidos. A partir de una muestra de 12.571 mujeres y hombres de 15 a 44 años, los autores señalan que el porcentaje de mujeres que rozan la cuarentena y han cohabitado se ha duplicado en 15 años hasta llegar al 61%.
Otro dato interesante es que la mitad de las parejas que empiezan cohabitando se casan a los tres años. Si los dos miembros de la pareja tienen estudios superiores, es probable que se casen antes y que su matrimonio dure por lo menos 10 años.
Para Nelly A. Musick, profesora de análisis social en la Universidad de Cornell, los resultados del estudio sugieren que hay una brecha abierta entre ricos y pobres respecto a la concepción del matrimonio. “Mientras la cohabitación sigue siendo un camino hacia el matrimonio entre las clases altas, parece que las mujeres de bajo nivel de renta tienden a ver la cohabitación cada vez más como un punto de llegada”, explica Musick.
Las actitudes sociales hacia la cohabitación también difieren en función del sexo. Entre los encuestados, el 62% de las mujeres de 25 a 44 años estaban casadas y sólo el 8% cohabitaban. En cambio, el porcentaje de hombres casados desciende hasta el 59% y el de la cohabitación sube al 10%.
Un último hallazgo significativo del estudio es que las mujeres que a la edad de 14 años no vivían con sus padres biológicos o adoptivos son menos proclives a casarse que aquellas que crecieron con su padre y su madre.
Menor compromiso
La publicación de estas estadísticas confirman las conclusiones de otros estudios que en su día fueron bastante polémicos. Investigaciones realizadas hace más de una década revelaban no solo que las parejas de hecho se rompen más que los matrimonios, sino que también aquellos que se casan después de haber cohabitado son más proclives a divorciarse que quienes fueron directamente al altar.
En un estudio publicado en 1999, dos conocidos sociólogos estadounidenses, David Popenoe y Barbara Dafoe Whitehead, del National Marriage Project de la Universidad Rutgers, afirmaban que “una atenta revisión de los datos que proporcionan las ciencias sociales sugiere que vivir juntos no es una buena manera de prepararse al matrimonio ni de evitar el divorcio”.
Según los autores, las personas que han vivido antes con otras parejas muestran un compromiso menos firme. “Toleran menos la insatisfacción y dejarán romperse un matrimonio que podría haberse salvado”, dicen Popenoe y Whitehead (“Should We Live Together? What Young Adults Need to Know about Cohabitation before Marriage”: cfr. Aceprensa, 22-09-1999).
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