Por Pablo Caruso. Periodista, Corresponsal de Gestiona Radio en Iberoamérica
Ahí está ella. Contemplo la escena, presencias y ausencias. Ha prevaricado toda autoridad. La mano grasienta de la corrupción aceitó algunas voluntades e hizo su maléfico trabajo. Un ámbito que ahoga. Voy a presenciar una ejecución. Vil, violenta e indecente. La orden está dada y el verdugo presto, ansioso. Se hace un silencio en la argumentación. Un grito cruza la sala: ¡Retrógrada! ¡Oscurantista! Ahora, es un estilete de hielo que atraviesa el recinto de la democracia, convertido en la tierra árida y hostil de la lapidación: ¡Nazi! Es demasiado. No soporta la andanada y se desploma, por la impotencia. Una lágrima, o el sudor de la angustia, le brilla en la mejilla.
Es el circo, la pista estaba preparada. No faltaba nada. Los cobardes idos y los tibios con el mendrugo de la finita seguridad e impunidad por fechorías recientes o pasadas. ¡Qué escenario para tamaña hipocresía! Afuera, la turba morbosa y violenta. Los ojos inyectados de odio: “Iglesia, basura…” con acompañamiento de timbales. La lujuria pasada y presente en sus gestos, en sus gritos. El insulto como hábito. Las risotadas le daban un fondo grotesco.Ahí estaba ella, Liliana Negre de Alonso, senadora, con su soledad multitudinaria —que también hay que decirlo— a merced de un tal Miguel Pichetto, Senador de la Nación Argentina, demócrata de dos pesos con cincuenta, y en oferta. Siempre kirchneriano, o lo que cuadre. Presto en el socorro del vencedor. Dispuesto, con el corazón helado. Ella había terminado extenuada: “no se puede igualar algo que es intrínsecamente desigual”. “Con todo respeto y comprensión por gays, lesbianas…”, argumentaba. “El matrimonio es entre un hombre y una mujer”, decía. “No puede igualarse lo que es radicalmente distinto”, seguía diciendo. Lo obvio, contra la hipocresía y el voluntarismo. El papel aguanta lo que sea, y la presidente Cristina Kirchner modificó el Código Civil Argentino a efectos de legalizar el “matrimonio” homosexual en este país: “no hemos promulgado una ley, hemos promulgado una construcción social” que pertenece a todos” Firmó la ley, y se fue muy campante. Cae el telón.
El hombre, en uso de su libertad, puede hacer muchas cosas, lo que no podrá evitar es las consecuencias de las cosas que haga.Fue un esfuerzo martirizante y desmesurado de Liliana Negre de Alonso, senadora argentina, ella fue, es, y será perseguida, pero le habrá llevado poco tiempo acordarse de aquellas palabras del galileo: BIENAVENTURADOS SERÉIS CUANDO POR CAUSA MÍA, OS INSULTEN Y DIGAN TODA CLASE DE CALUMNIAS CONTRA USTEDES, ALÉGRENSE Y REGOCÍJENSE, PORQUE SU RECOMPENSA SERÁ GRANDE EN LOS CIELOS.
Liliana sabe que no está nada mal la recompensa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario