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sábado, 17 de mayo de 2008

El feminismo de género y la teología de género - Por Augusto Padilla

Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre

En 1949 Simone de Beauvoir escribió que “una no nace mujer, sino que se hace mujer”, un disparate absoluto, propio del existencialismo ateo que propagaban ella y su marido Jean Paul Sartre, denominado con toda justicia le roi des emmerdeurs. (Eran un par de degenerados totales, roñosos físcos y morales, con ménages a trois / quatre / cinq / six,… hommes ou femmes).
Obviamente, sea por snobismo, descreimiento o por la persistente acción del Maligno (quien esto escribe se reconoce como dinosaurio que sigue creyendo en el Diablo) la consigna de Madame -a veces hacía de Monsieur- Sartre “ hizo camino al andar” y fue uno de los puntos de partida del “feminismo secular”, algo bien distante y diferente del inocuo sufragismo de principios del siglo XX.
Después la antropología y la sociología de la izquierda norteamericana hizo también lo suyo, al sostener que el sexo es biológico, mientras el género o rol sexual está definido socialmente, siendo una construcción cultural de las diferencias sexuales, y lo que no pasaba de ser una aberración intelectual lucubrada en la posguerra europea, adquirió carta de ciudadanía mundial.
Así, una de las pioneras del “feminismo de género”, Christina Hoff Sommers, en su libro Who Stole Feminism? lo definió como una ideología que pretende abarcarlo todo, según la cual la mujer norteamericana está presa de un sistema patriarcal opresivo. Para la Dra. Dale O´Leary -una activa defensora de la ciencia y de la Fe- esta es una afirmación neo-marxista, originada en la lectura de Engels, quien en su indigerible mamotreto "Los orígenes de la Familia, la Propiedad y el Estado” estampó la siguiente barrabasada: El primer antagonismo de clases de la Historia* coincide con el antagonismo entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio monógamo, y la primera opresión de una clase sobre otra, con la del sexo femenino por el masculino (Ver Carlos Marx -Federico Engels, Obras Escogidas, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1957, p.596). Y con este bagaje, las marxistas de todo pelaje -generalmente poco agraciadas por la naturaleza y con “hambre atrasada”- se dedicaron a practicar fornicios varios, aupadas principalmente por las “realizaciones” del Mayo francés de 1968, cuyos efectos venenosos diezmaron moralmente a más de una generación.
Pero el asunto no paró allí, y saliendo del mundo secular, el “feminismo de género” penetró en la Iglesia Católica, a caballo de la “teología de la liberación”. (El proceso más avanzado se verifica en ámbitos protestantes, razón por la cual las “teólogas” católicas mantiene frecuentes contactos con las herejes y hacen suyas muchas de sus afirmaciones).
Para la Dra Cornelia R.Ferreira -a quien sigo en este punto- el “feminismo espiritual” es semejante a un iceberg que trata de hundir la barca de Pedro. La parte superior del iceberg son las exigencias de las mujeres para ejercer el ministerio sacerdotal, cuestión que, por el momento, es visible y evitable, pero lo más peligroso proviene de la parte más grande y oculta del témpano, y es la nueva concepción de la religión, a la que se quiere reconstruir, en tanto que actualmente es causa de opresión de la mujer.
Una de las principales aspiraciones de las “teólogas del Género” es reelaborar una imagen de Dios como Sophia (Sabiduría femenina) y así se puede leer el siguiente texto de Carol Christ: Es preciso encontrar una mujer que se haga eco de la afirmación dramática de Ntozake Shange: Encontré a Dios en mí misma y la amé ferozmente, porque esa mujer está diciendo que el poder femenino es fuerte y creativo y que el principio divino está en ella misma y que ya no verá más al hombre o la figura masculina como salvador” (Woman Spirit Rising,p.277).
Una “teóloga” de Harvard, Elizabeth Schussler Fiorenza, por su parte escribió que los textos bíblicos no son de inspiración verbal ni principios doctrinales, sino formulaciones históricas. Análogamente, la teoría feminista insiste en que todos los textos son producto de una cultura e historia patriarcal y androcéntrica”. (In Memory of Her, Crossroads, p.15).
Para la Dra. Ferreira, en la “teología del feminismo de género” no falta el toque gnóstico, toda vez que Dios es hombre y mujer, que Eva no fue desobediente sino sabia (es decir, que el pecado original es un invento “androcéntrico”), lo que ha conducido a la realización de ceremonias de brujería.
(Ver por Internet el trabajo de la autora: "El plan de las feministas para la Iglesia Católica". El original inglés "The Feminist Agenda within the Catholic Church" fue publicado por Marion Press, Ontario, 1987; tambien se puede consultar el documento de la Conferencia Episcopal Peruana: "La Ideología de Género - Sus peligros y alcances" (En base al informe “La deconstrucción de la mujer” de la Dra. Dale O ´Leary)
Tomado de Catapulta.com

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