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martes, 13 de mayo de 2008

Luz o sombra: tú eliges - Por Raúl Rodríguez, Equipo Gama

A algunos inconformistas se les identifica con facilidad: son personas con agendas saturadas y que rara vez disfrutan de un partido de fútbol; que se entristecen con frecuencia cuando alguien les hace sombra y que miran constantemente la forma de vestir y comportarse de los demás; personas a veces frustradas, que no soportan ver que hay otros mejores que ellos.
Pero no todos los inconformistas son así. Hay otro tipo de inconformistas. Por ejemplo, Sarah Palin… Se casó con un buen hombre, un comerciante modesto. Tienen 4 hijos. Viendo que se presentaba una oportunidad para involucrarse en el partido republicano de USA, no dudó en alistarse. En pocos años, ha conseguido un admirable prestigio entre los miembros de su partido. Pero no sólo entre ellos, sino entre el pueblo entero. Actualmente es la gobernadora del Estado de Alaska.
Sarah quedó embarazada en octubre de 2007. Le diagnosticaron que su bebé nacería con síndrome Down. Algún médico le aconsejó el aborto. El argumento principal era que su hijo le estorbaría en su brillante carreta política. Ella prefirió dar a luz. No escondió al niño ante miradas hostiles. Incluso, al tercer día de su nacimiento lo presentó ante los reporteros. Nada tenía que ocultar ni de qué avergonzarse. Su hijo era un valor tan grande que bien valía la pena arriesgarlo todo. Cosas de la vida... Ahora, no sólo es más famosa entre los alasqueños, sino que ya se corre la voz de que John McCain, candidato republicano para la presidencia de los Estados Unidos, la llamará como vicepresidenta… Ella es sin duda una inconformista que quiere lo mejor.
Quizá sea ésta la explicación del porqué hay inconformistas felices y otros que no lo son. Los dos quieren superarse, sobresalir y realizarse en la vida. Pero unos, como Sarah, tienen una finalidad en su esfuerzo: el amor a Dios, a su familia y a la sociedad. Otros, los eternos infelices, sólo el amor a sí mismos; un amor que termina por dejarlos tristes, como el niño que llora cuando trata en vano de apoderarse de la luna que se refleja sobre el agua.

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