Cuánta tinta, cuántas columnas, cuántas investigaciones, cuántas cabezas, cuánta importancia se le ha dado a la aberrante realidad de los falsos positivos. De un hecho que a todas luces es reprobable, por lo menos es destacable que se haya avanzado tanto en censurarlo, desenmascararlo y actuar en contra del mismo.
Lo triste es que haya falsos positivos, con efectos aún peores, que quedan en el olvido de una que otra nota más. Independiente de la posición ética, moral, filosófica o ideológica que se siga frente al tema del aborto, es sorprendente que en este caso el falso positivo de las cifras que justificaron su adopción en Colombia pasó sin pena ni gloria y sin ningún debate de la nación.
Para todos parecía cierto que una de las más críticas razones de salud pública que se adujeron para su aplicación en Colombia era la cifra casi matemática de 400.000 abortos al año en el país. La mítica Revista Lancet acaba de demostrar la falsedad de tal afirmación.
No se trata de un documento más, es la conclusión de una prestigiosa revista científica británica de salud basada en las cifras de Colombia. Esta acaba de concluir que luego de la implementación de la medida, los casos de abortos practicados en el país no superan los 250 en tres años. Sorprenden los datos, mucho más aún cuando una medida como esta se presume motivaría a que aparezcan nuevos casos por cuanto elimina el prejuicio social a practicarlo.
Todos nos preguntamos ahora donde están los supuestos 399.850 casos que se justificaron por parte de los activistas. ¿Tiene sentido sostener una decisión de la Corte Constitucional que seguramente fue justificada en datos infinitamente superiores a los reales? ¿Debe o no el Ministerio de Protección seguir acompañando una medida que a todas luces parece mal justificada y un verdadero falso positivo?
Lo más humanitario frente al drama de una mujer en medio de dicha dificultad con su embarazo, es abrirle caminos, de vida y de amor. Y en medio de las dificultades siempre habrá puertas de vida que apoyan con humanidad la dificultad.
Finalmente asombra la actitud de quienes anteriormente en columnas de opinión y editoriales justificaban la medida, ahora caen en el error de descalificar a quienes ponen en evidencia los datos científicamente validados, antes que entrar en argumentos de fondo. Ahora además el problema son los médicos y las instituciones que no lo practican, llegando al extremo de descalificar a aquellos que ejercen la objeción de conciencia. El camino que proponen de la despenalización del aborto parece que ya no será un derecho más, sino una obligación.
Así como no se pueden aceptar los falsos positivos que conducen a la muerte de inocentes víctimas, tampoco se puede aceptar que nuevos falsos positivos justifiquen propuestas como la discutida con cifras cercanas a la imaginación, mucho menos si se trata, como en este caso, de auténticos seres humanos los directamente involucrados.
Fuente: José Manuel Restrepo, “Los verdaderos falsos positivos”, El Nuevo Siglo (Colombia), 10 de marzo del 2009. Agradecemos a Jesús Magaña, Director de la organización provida VIVE, en Colombia, la gentileza de enviarnos este artículo.
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