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miércoles, 25 de febrero de 2009

Condena unánime de las prácticas que eliminan a los débiles y enfermos

header_original_modDurante el congreso sobre los riesgos de la eugenesia, celebrado en el Vaticano
CIUDAD DEL VATICANO, martes 24 de febrero de 2009 (ZENIT.org).- Los ponentes del Congreso Internacional se la Academia Pontifica para la Vida, sobre el tema "Las nuevas fronteras de la genética y el riesgo de la eugenesia", que ha tenido lugar en el Vaticano el 20 y 21 de febrero, denunciaron los riesgos de una mentalidad eugenésica en el ámbito de las prácticas médicas modernas, y en la reducción de la dignidad de la persona.
El profesor Roberto Adorno, del Institut fur Biomedizinische Ethik de la Universidad de Zürich, explicó que técnicas como el diagnóstico genético preimplantatorio (DGP), que tiene por objetivo la elección de embriones sanos y el descarte de los "enfermos" o "más débiles", constituye una auténtica "selección humana" y crea problemas "de ámbito ético y jurídico".
No se trata sólo de que representa una instrumentalización utilitaria de los embriones humanos contraria al respeto de la "dignidad inherente a todos los miembros de la familia humana" reconocida por la Declaración de los Derechos Humanos, afirma, sino también porque "la procreación humana se reduce a un mero proceso reproductivo y sometido a un control de calidad parecido al de la producción de las cosas".
Por esto, subrayó el profesor Adorno, "la lógica eugenésica es inseparable del diagnóstico preimplantatorio".
Según el profesor suizo, las reformas legislativas sobre este tema, introducidas en varios países europeos, corren el riesgo de derivar hacia la eugenesia. Aun en los casos en que la DGP se ha introducido "a título excepcional" o para "enfermedades graves e incurables", ya se está llegando a una "pendiente peligrosa que acepta producir embriones donantes para usarlos y eliminarlos".
El profesor Paul Lombardo, profesor de leyes de la Georgia State University, recorrió la historia de la eugenesia, sobre todo en los primeros decenios del siglo XX, con "las aberrantes consecuencias que han justificado la eliminación de los más débiles, con la esterilización obligatoria e incluso el genocidio".
El docente manifestó su preocupación por el hecho de que el término "eugenesia" esté nuevamente en auge en el uso lingüístico contemporáneo, a menudo "en contextos políticos y retóricos y con poca consideración histórica del término".
Barbara Chyrowicz, profesora de Filosofía de la Universidad Católica de Lublín, criticó el modo en que hoy se aplican criterios eugenésicos selectivos, subrayando que el hombre "no es sólo su naturaleza biológica".
"Además --prosiguió Chyrowicz-- su mejora se realiza en un plano diverso respecto al puramente biológico", y en este contexto "la perspectiva cristiana ofrece un horizonte de sentido distinto y más pleno".
En este contexto, el profesor Ignazio Sanna. emérito de Antropología de la Pontificia Universidad Lateranense, explicó el desarrollo histórico de la idea de dignidad de la persona.
Explicando el fundamento teológico de la dignidad del hombre, el profesor Sanna precisó que "no se trata de una simple superestructura añadida a los derechos humanos modernos" sino que "reside en la coparticipación del hombre en la naturaleza de Dios".
Subrayó también la dimensión cristológica de la persona según la cual ésta "debe ser siempre respetada", incluso cuando le faltan las apariencias fisiológicas en una existencia que el mundo considera indigna.
El profesor Manuel Santos, de la Pontificia Universidad Católica de Chile, afirmó que es un grave error el de considerar "la mejora de la raza humana sólo a través de la manipulación genética".
Por su parte Kevin Fitzgerald, profesor asociado del Departamento de oncología de la Georgetown University de Washington, afirmó que "resulta muy difícil trazar una línea de separación neta entre la eugenesia positiva y la negativa".
Al respecto, recordó la historia de la eugenesia desde la Ilustración hasta Francis Galton, desde las sociedades eugenésicas de Gran Bretaña y Estados Unidos hasta la Alemania nazi.
Augusto Sarmiento, profesor de Teología moral de la Universidad de Navarra (España), constató que el progreso de las ciencias biomédicas, pero puso en guardia contra la "tentación de atravesar los límites de un dominio razonable de la naturaleza, que ponen en riesgo la propia supervivencia y la integridad de la persona humana".
"Puede suceder -explicó el profesor español- que en el intento de curar el cuerpo, se abandone o voluntariamente se degrade la dignidad personal del paciente".
Desde esto punto de vista, Sarmiento explicó que la contribución de la teología está orientada en particular a "evitar la tentación de olvidar la dignidad de la vida humana" y a mostrar que el "sí" incondicional a la vida humana en cualquier fase es la única actitud verdaderamente coherente cuando se trata de aplicar la tecnología a la vida del hombre".
John Keown, profesor de Ética cristiana en la Georgetown University, hizo notar la fuerte influencia del pensamiento eugenésico en las diversas leyes aprobadas en Europa y Estados Unidos, que permiten la esterilización (con o sin consentimiento), el aborto y el diagnóstico prenatal.
Keown citó al respecto las leyes favorables a la esterilización eugenésica en los Estados Unidos en la primera mitad del siglo XX, y precisó que la mentalidad eugenésica favoreció la formulación y promulgación de las leyes que liberalizaron el aborto ya con el Abortion Act británico de 1967.
También subrayó cómo en la medicina contemporánea "la mentalidad eugenésica está muy presente sobre todo en la práctica corriente del diagnóstico preimplantatorio y en el aborto de embriones que podrían parecer débiles o defectuosos".
Monseñor Jacques Suaudeau, miembro de la Academia Pontificia para la Vida, analizó las prácticas de terapia génica desde el punto de vista ético.
El profesor Jacques Simpore, por su parte, denunció que desde algunas décadas en el mundo occidental "hay corrientes filosóficas que hacen posible las justificaciones racionales de las medidas eugenésicas", a pesar de la condena explícita de las normas jurídicas internacionales, como la Declaración universal sobre el Genoma humano y los Derechos del Hombre y el Convenio de Oviedo sobre los Derechos del Hombre y la Biomedicina (1977).
Didier Sicard, profesor emérito del Comité Ético Nacional de Francia, explicó que la preeminencia de la mentalidad utilitaria y eugenésica corre el riesgo de hacer aceptable la idea de un progreso científico que nos alearía de los valores que desde siempre han fundamentado la vida social, "como la esperanza y el respeto del otro".

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