La asignatura de Ética y Cultura Religiosa (ERC, por sus siglas en inglés) se ha hecho obligatoria para todos los alumnos de la provincia canadiense de Québec desde el mes de septiembre. Se trata del programa que ha venido a sustituir a la asignatura de religión (cfr. Aceprensa 06-06-2008), y cuyos contenidos están también obligados a impartir los profesores.
Los impulsores de este plan de estudios justifican su necesidad como herramienta para familiarizar a los estudiantes con la gran riqueza de principios religiosos que caracteriza a la multicultural Québec. Aducen que “facilitará el desarrollo espiritual de los alumnos a la vez que promoverá la autorrealización”. Pero la periodista Barbara Kay se pregunta: “¿Desde cuándo es el Estado el que ‘facilita’ la autorrealización espiritual?”.
“Pluralismo normativo”
Sin pasar por un debate público, los nuevos contenidos educativos se abrogan la misión de propagar el “pluralismo normativo”, un concepto que suena casi a contradicción en términos. Según uno de los creadores del ERC, el curso “debe sacudir en los estudiantes una identidad demasiado sólida” de modo que experimenten “la divergencia y la disonancia” a través del “cuestionamiento”.
Para la articulista esto deriva hacia un relativismo incapaz de distinguir con claridad los distintos significados. “En los manuales y libros de actividades de ERC, se encuentra una mezcolanza de tópicos teoréticos a la última moda, cuyo efecto acumulativo es el de convencer a los niños de que las creencias son bienes de consumo y de que todas las religiones, incluyendo el animismo pagano y las sectas, son igualmente verdaderas”.
Es especialmente llamativa la reverencia con que se trata la espiritualidad aborigen, sobre todo si se tiene en cuenta que de las 80.000 personas que pertenecen en Québec a alguna etnia nativa sólo 700 se identifican con sus primitivas creencias (frente a una inmensa mayoría que profesa el cristianismo).
Ética e ideología
La edición de los manuales y libros de actividades en que se apoya la asignatura comprueban a las claras el peso que tienen las determinaciones ideológicas sobre la concepción del temario. Kay señala que mientras el estudio del cristianismo ocupa 12 páginas del último cuadernillo de actividades que se ha publicado, el tema feminista se lleva 27.
Y aunque para la edición de estos textos no se solicitó la ayuda de ningún líder religioso, una “entrevista” con Françoise David, la dirigente del partido marxista Québec Solidaire –y conocida militante del feminismo radical- figura entre sus páginas. Junto a una sonriente foto de David, cuenta Barbara Kay, aparece la pregunta “¿Qué diría usted a las adolescentes que no se sienten comprometidos con el feminismo”, y enseguida la respuesta: “Que necesitan un análisis feminista en sus vidas”.
El enfoque relativista de la asignatura es compatible con la intolerancia con quienes no se someten. Es el caso de Jonathan Gagné, profesor de escuela secundaria en Granby, que al negarse a enseñar ERC ha sido suspendido y probablemente será expulsado de su escuela.
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