La norma a la que afecta el decreto obligaba a toda ONG estadounidense a “no realizar o promover activamente el aborto como método de planificación familiar en el extranjero”, si deseaba recibir una subvención federal.
La prohibición fue una las medidas más emblemáticas de la “revolución conservadora” lanzada por el presidente Ronald Reagan. Desde entonces, cada vez que ha habido un cambio de color en la Casa Blanca, se ha reinstaurado o cancelado esta política. En 1993, poco después asumir la presidencia del país, Bill Clinton levantó la suspensión, que fue aplicada de nuevo desde enero de 2001, gracias a la victoria de George W. Bush.
La noticia ha sido acogida con decepción entre los grupos contrarios al aborto. “Cuando nos levantamos cada mañana con una mayor crisis económica, es un insulto que el pueblo americano salga al rescate de la industria del aborto”, protestó Charmaine Yoest, presidenta de la asociación pro vida Americans United For Life. Como cada año desde Roe vs. Wade (22 de enero de 1973), estos grupos pro vida participaron el pasado 22 de enero en la llamada “Marcha por la Vida”, que este año congregó a más de 250.000 personas. La multitud, compuesta en gran parte por adolescentes, estudiantes universitarios y otros jóvenes, es optimista. Muchos de ellos llevaban sombreros de apoyo a Obama.
Durante la campaña electoral, Obama siempre se manifestó contrario a introducir cualquier enmienda constitucional que modificara la situación actual sobre el aborto. Según el nuevo presidente, este es un asunto que divide a la población. El dictamen de 1973 “no sólo protege la libertad y salud reproductiva de las mujeres sino que representa un principio más amplio: que el Gobierno no debe meterse en nuestros asuntos familiares más íntimos”, dijo Obama en una declaración escrita.
Como senador de Illinois, Obama ya patrocinó una ley para ampliar el acceso de las mujeres a la educación sobre planificación familiar y servicios de salud preventivos. Ahora, tal como había prometido, ha anulado la ley que prohibía la financiación de entidades pro aborto con dinero público.
En EEUU se realizaron 1,3 millones de abortos en 2008.
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