Más presiones para inducir en la sociedad una mentalidad abortista en nombre de los derechos humanos.
Se aprobó la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo y ahora se comenzó a presionar para aprobar el aborto y seguramente seguirá el pedido de aceptar como legal la eutanasia. Hoy existe en el país un plan progresivo para inducir en la sociedad argentina una mentalidad abortista presentando la eliminación de un ser humano en gestación como un derecho de la mujer.
En nombre de una especie de religión secular de los derechos humanos se niega el derecho fundamental a la vida, sin el cual todos los otros derechos se derrumban. Es sumamente grave que las conciencias encuentren cada vez más difícil percibir la distinción entre el bien y el mal en lo referente al valor fundamental de la vida humana, y que de la misma manera, en el ámbito jurídico, estos actos pierdan su carácter de delito y asuman paradójicamente el de derecho.
La sociedad debe estar alerta ante estos intentos porque además, en el Congreso de la Nación se renuevan periódicamente varios proyectos para introducir el aborto, que terminará siendo generalizado, a partir de la extensión de las excusas absolutorias del Código Penal respecto a los llamados abortos terapéuticos y eugenésicos.
En un inesperado pronunciamiento, el Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires (UBA), pidió la semana pasada la despenalización del aborto. La decisión, que no es vinculante, fue apoyada por 23 de los 25 miembros del Consejo, un voto en contra y una abstención. El documento reclamó un cambio en la legislación nacional en el sentido de la despenalización de la interrupción de los embarazos.
Para comprender el debilitamiento de la conciencia colectiva respecto al valor de la vida desde el momento mismo de la concepción, puede iluminar la explicación que hace el escritor ruso Alexander Solzhenitzin, en su obra "Archipiélago Gulag'', de cómo hombres como Stalin pudieron matar a tantos individuos aparentemente sin sufrir remordimientos.
Lo normal para una mente humana es sufrir, como lo describe Shakespeare en el caso de Lord Macbeth y su esposa después de matar al rey Duncan. Según Solzhenitzin, es la ideología lo que permite que un hombre cruce el umbral de la humanidad, más allá del cual ya no percibe el mal. Por desgracia, el hombre puede pervertir su mente hasta el grado de no ver las normas más elementales de la ley natural.
En la lucha a favor de la cultura de la vida hay que tener valentía y no temer la impopularidad, para anunciar sin complejos que el aborto es siempre un crimen.
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