La actriz es conocida también
por haber mantenido, a finales de los años cuarenta, un “affaire” con el actor
Gary Cooper, veinticinco años mayor que ella, casado y con una hija. Al final,
Cooper decidió volver con su mujer, Verónica. Pero Patricia, que tenía 23 años,
había quedado embarazada: tomaron la decisión de recurrir al aborto.
La vida de Patricia no fue
fácil. Pero cuenta en su autobiografía (1988), según recoger el obituario publicado en The New York Times, que “si
tuviera que rehacer una sola cosa en mi vida, tendría ese niño”. Ese
sentimiento fue mucho más intenso, pues le llevó a manifestar públicamente en varias ocasiones que todas las
noches lloraba por el hijo que no tuvo. En las últimas décadas de su vida fue
activa en los movimientos pro-life de inspiración católica. Y es que
redescubrió la fe gracias a… Mary, la hija de Gary Cooper y Veronica, de la que
llegó a ser buena amiga.
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