Hace unos días falleció Patricia Neal, ganadora de un Oscar a la mejor
actriz en 1964 por su interpretación en la película “Hub”, con Paul Newman
(foto). Pocos meses después de recibir el Oscar, Patricia sufrió varios infartos
cerebrales que la mantuvieron tres meses en coma. Salió, pero tuvo que volver a
aprender a hablar y a caminar. Le ayudó mucho su marido, el escritor Roald Dahl
(quien en 1983, y después de cinco hijos y treinta años de matrimonio, la
abandonaría por una mujer más joven). Otro drama familiar fue la muerte de una
hija de siete años y el accidente de otros hijo de pocos meses, que le
produciría una lesión cerebral permanente.
La actriz es conocida también
por haber mantenido, a finales de los años cuarenta, un “affaire” con el actor
Gary Cooper, veinticinco años mayor que ella, casado y con una hija. Al final,
Cooper decidió volver con su mujer, Verónica. Pero Patricia, que tenía 23 años,
había quedado embarazada: tomaron la decisión de recurrir al aborto.
La vida de Patricia no fue
fácil. Pero cuenta en su autobiografía (1988), según recoger el obituario publicado en The New York Times, que “si
tuviera que rehacer una sola cosa en mi vida, tendría ese niño”. Ese
sentimiento fue mucho más intenso, pues le llevó a manifestar públicamente en varias ocasiones que todas las
noches lloraba por el hijo que no tuvo. En las últimas décadas de su vida fue
activa en los movimientos pro-life de inspiración católica. Y es que
redescubrió la fe gracias a… Mary, la hija de Gary Cooper y Veronica, de la que
llegó a ser buena amiga.
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