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viernes, 6 de junio de 2008

México: 7,820 abortos, ¿Triunfo o derrota?

Mons. Felipe Arizmendi Esquivel
VER: Al cumplirse un año de que la Asamblea Legislativa del Distrito Federal despenalizó el aborto a partir de las 12 semanas de gestación, se practicaron 7,820 abortos en centros de salud del gobierno capitalino. Leticia Bonifaz, consejera jurídica de ese gobierno, afirmó que este hecho es “un logro histórico de las mujeres de la ciudad de México”. Víctor Hugo Círigo, legislador del PRD, rechazó que el feto sea persona humana. Arnoldo Graus, editorialista de un periódico nacional, dice que el aborto es una “cultura de la vida”, pues protege la vida de las mujeres. ¡Cuántos defensores del aborto quizá cargan algunos en su historia, y con sus ofensas y argucias pretenden descargar lo poco que les queda de conciencia!
La Procuraduría General de la República y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos interpusieron una demanda de inconstitucionalidad, ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Los Ministros han abierto espacios para escuchar posturas a favor y en contra, y están próximos a dictaminar. Se insiste que, por ser nuestro país un Estado laico, ante esa instancia sólo valen argumentos jurídicos, no morales ni religiosos. Sin embargo, para quien quiere vivir en coherencia y no en esquizofrenia, su fe le ilumina para discernir qué leyes dan vida, y cuáles muerte. La fe es una luz, que no va contra la verdadera ciencia.
JUZGAR: No soy especialista en derecho; pero me llama la atención que el mismo Código Civil del Distrito Federal, en su artículo 22, establece que “la capacidad jurídica de las personas físicas se adquiere por el nacimiento y se pierde por la muerte; pero desde el momento en que un individuo es concebido, entra bajo la protección de la ley y se le tiene por nacido para los efectos declarados en el presente Código”. ¿Esto ya no vale?
Según expertos, los artículos 1, 4, 14, 16 y 22 de nuestra Constitución reconocen el derecho a la vida. En 2005, se abolió la pena de muerte en nuestras leyes. La Suprema Corte ya ejerció jurisprudencia, en las sentencias 13/2002 y 14/2002, al dictaminar que el producto de la concepción está protegido por la Constitución. Nuestro país ha suscrito tratados internacionales, que protegen el derecho a la vida. Esos tratados están por encima de leyes de menor categoría, como las del Distrito Federal. ¿No hay obligación de respetar estos acuerdos?
El pasado 12 de mayo, decía el Papa Benedicto XVI: “Defender la vida humana se ha vuelto hoy prácticamente más difícil, porque se ha creado una mentalidad de desprecio progresivo de su valor, confiado al juicio de cada persona. Como consecuencia, se ha derivado un respeto menor a la misma persona humana, un valor que está en la base de toda convivencia civil, por encima de la fe que se profesa… Para los cristianos es indispensable proteger la vida humana con valentía en todas sus fases… El respeto a la vida es la primera justicia que se debe aplicar. Para quien tiene el don de la fe, esto se convierte en un imperativo inderogable… Se comprende por qué la Biblia afirma: quien profana al hombre, profana la propiedad de Dios… Estos valores no son negociables”.
Y el 31 de enero: “Cuando seres humanos, en la fase más débil e indefensa de su existencia, son seleccionados, abandonados, eliminados o utilizados como mero material biológico, no se puede negar que ya no son tratados como ‘alguien’, sino como ‘algo’, poniendo así en tela de juicio el concepto mismo de dignidad del hombre”.
ACTUAR: Al defender a los concebidos, que son seres humanos en proceso de crecimiento, no olvidamos la situación de las mujeres que se sienten impulsadas a abortar. El Papa nos “estimula a promover toda iniciativa en apoyo de las mujeres y de las familias para crear condiciones favorables a la acogida de la vida”.
Exhortamos a los Ministros de la Suprema Corte a interpretar las leyes con un espíritu fiel a sus raíces cristianas, para que les podamos aplicar estas palabras del Papa: “¡Cuántas vidas humanas habéis salvado de la muerte! Proseguid por este camino y no tengáis miedo, para que la sonrisa de la vida triunfe en los labios de todos los niños y de sus madres”.
+ Felipe Arizmendi Esquivel


Obispo de San Cristóbal de Las Casas

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