El pediatra Norman Spack, uno de los especialistas del prestigioso Hospital Infantil de Boston, en EE UU, abrió una clínica en la que ofrece tratamiento para el cambio de sexo a niños a partir de siete años. El primer paso son medicamentos para retrasar la pubertad, y el segundo, tratamiento con hormonas que generaría infertilidad.
Diario Panorama-. Pese a las críticas recibidas, Spack, de 64 años, considera que es la mejor solución para proteger a aquéllos niños que tienen clara su identidad sexual pero que han nacido en un cuerpo equivocado, lo que, según él, los lleva en muchas ocasiones a autolesionarse e incluso al suicidio. "Nunca he visto a ningún paciente intentar suicidarse después de haber comenzado el tratamiento", afirma.
Cuando estos niños llegan a la consulta de Spack, lo hacen "profundamente deprimidos y llevan años viviendo como transexuales". Según cuenta, la situación se ha tornado tan insostenible para ellos que sus propios padres deciden llevarlos a él porque saben que hay que hacer algo.
Spack les ofrece la posibilidad de vivir bajo la identidad sexual elegida, pero claro, hay un precio. Y no se trata de dinero, sino de decisiones que provocarán cambios irreversibles y consecuencias tan graves como la infertilidad. Algunos creen que merece la pena. Otros, no.
El tratamiento pasa por dar a los niños medicamentos que retrasan la aparición de la pubertad, y con ella, aquellos cambios corporales que hacen más evidentes los rasgos sexuales no deseados. Este "parón" es reversible y sirve para dar tiempo a los pacientes a confirmar el diagnóstico. Si es así, y tras varias sesiones con psiquiatras, entonces se introducen las hormonas, y en esto ya no hay marcha atrás.
"Dilema" ético
Tras un largo periodo de tratamiento con estrógenos o testosterona, según el caso, los cambios en el desarrollo pasan a ser irreversibles. Pero la consecuencia más importante, según confiesa el propio doctor, es la infertilidad.
Ésta representa para Spack su principal conflicto ético, aunque él lo tiene claro: "Mis pacientes siempre me recuerdan que lo más importante para ellos es su identidad", señaló
Nota catapúltica: solicité a un pediatra competente que me comentase algo sobre este “colega” y me dijo más o menos esto: ¿cómo se las ingenia este perverso para saber que a los 7 años un chico tiene definida su "identidad sexual"? No contento con eso le pregunté que se debería hacer con este monstruo y el buen amigo me dijo: Obviamente, habría que degollarlo al mejor estilo mazorquero, que las balas están carísimas. Comparto su parecer, mi querido Doctor, y pido a San Ciriaco Cuitiño que baje del cielo para la urgentísima tarea, que oficio de sobra tiene.
Diario Panorama-. Pese a las críticas recibidas, Spack, de 64 años, considera que es la mejor solución para proteger a aquéllos niños que tienen clara su identidad sexual pero que han nacido en un cuerpo equivocado, lo que, según él, los lleva en muchas ocasiones a autolesionarse e incluso al suicidio. "Nunca he visto a ningún paciente intentar suicidarse después de haber comenzado el tratamiento", afirma.
Cuando estos niños llegan a la consulta de Spack, lo hacen "profundamente deprimidos y llevan años viviendo como transexuales". Según cuenta, la situación se ha tornado tan insostenible para ellos que sus propios padres deciden llevarlos a él porque saben que hay que hacer algo.
Spack les ofrece la posibilidad de vivir bajo la identidad sexual elegida, pero claro, hay un precio. Y no se trata de dinero, sino de decisiones que provocarán cambios irreversibles y consecuencias tan graves como la infertilidad. Algunos creen que merece la pena. Otros, no.
El tratamiento pasa por dar a los niños medicamentos que retrasan la aparición de la pubertad, y con ella, aquellos cambios corporales que hacen más evidentes los rasgos sexuales no deseados. Este "parón" es reversible y sirve para dar tiempo a los pacientes a confirmar el diagnóstico. Si es así, y tras varias sesiones con psiquiatras, entonces se introducen las hormonas, y en esto ya no hay marcha atrás.
"Dilema" ético
Tras un largo periodo de tratamiento con estrógenos o testosterona, según el caso, los cambios en el desarrollo pasan a ser irreversibles. Pero la consecuencia más importante, según confiesa el propio doctor, es la infertilidad.
Ésta representa para Spack su principal conflicto ético, aunque él lo tiene claro: "Mis pacientes siempre me recuerdan que lo más importante para ellos es su identidad", señaló
Nota catapúltica: solicité a un pediatra competente que me comentase algo sobre este “colega” y me dijo más o menos esto: ¿cómo se las ingenia este perverso para saber que a los 7 años un chico tiene definida su "identidad sexual"? No contento con eso le pregunté que se debería hacer con este monstruo y el buen amigo me dijo: Obviamente, habría que degollarlo al mejor estilo mazorquero, que las balas están carísimas. Comparto su parecer, mi querido Doctor, y pido a San Ciriaco Cuitiño que baje del cielo para la urgentísima tarea, que oficio de sobra tiene.
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