Con esta declaración, el PSOE vuelve a negar el derecho a la vida como un bien fundamental y, en todo caso, lo supedita al supuesto derecho de las madres a decidir por sí mismas lo que deseen hacer con sus hijos antes de nacer, de acuerdo con los postulados de la ideología de género y del feminismo radical. Cuesta se expresó de esta manera en una entrevista con Europa Press después de que el secretario general de la Conferencia Episcopal (CEE), Juan Antonio Martínez Camino, reclamase a los diputados que no apoyen la prevista ampliación de la ley planteada por el Partido Socialista. Afirmó en este sentido el señor Cuesta, en el marco de su conocido rechazo de la ley natural, que "las leyes no son la expresión de la voluntad de Dios, sino la expresión de la voluntad del pueblo, de los representantes del pueblo”. Para remachar tal afirmación, el diputado socialista no dudó en lanzar a la opinión pública un nuevo engaño: que eso de la voluntad del pueblo “es lo que se tienen que meter en la cabeza algunos sectores que confunden las cosas, que nos acusan de una fobia cuando no hay fobia, sino una voluntad de máxima convivencia y respeto", lo cual es una evidente mentira cuando se sabe que la oposición, que también es na parte sustancial de la voluntad del pueblo, rechaza frontalmente la reforma de la ley actual que, además, conculca la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la materia. Eso sí, Álvaro Cuesta recalcó que ese "respeto" se enmarca en la laicidad del Estado, y que la "laicidad positiva" no es algo que afecte sólo a la Ley Orgánica de Libertad Religiosa, sino que "significa que la ley es la expresión de la voluntad del pueblo y no la voluntad de una conferencia o de una confesión religiosa concreta".
No obstante, el dirigente socialista subrayó que el portavoz de la CEE, como "el de la Asociación Provida o el de la asociación de vecinos de que se trate" tienen "derecho de manifestación, de crítica, de sugerencia y de opinión" sobre la futura ley. De hecho, aseguró que el Parlamento será "muy reflexivo" y "muy dialogante para conocer el punto de vista leal de todos" y que los diputados estarán "muy atentos a la opinión de la Conferencia Episcopal".
En este punto, Cuesta admitió que la reforma será "muy compleja" y prefirió esperar a las propuestas de la subcomisión parlamentaria y del grupo de expertos que trabaja con el Ministerio de Igualdad pero, en todo caso, consideró que es "necesaria objetivamente una reforma" que "acabe con actitudes de persecución intolerante e inquisitorial" contra las mujeres y con las "agresiones a la dignidad".
Como ya lo hiciera días pasados el vicesecretario general del PSOE, José Blanco, Álvaro Cuesta también se declaró ayer contrario al aborto, “y lo soy porque considero que la interrupción del embarazo es un mal, un mal no deseado por ninguna mujer, pero no soy partidario de criminalizar a quien tiene que tomar una decisión trágica", argumentó el diputado socialista, que insistió en que "no hay frivolidad" sino que "hay un drama" en quien se plantea abortar. Así, en su opinión el aborto "no es la mejor solución, pero no es para incriminar". Por ello, defendió "la máxima descriminalización" del aborto para terminar con la "falta de respeto" y la "actitud inquisitorial".
En este sentido insistió en que la reforma prevista se hará “desde la búsqueda máxima del consenso” con el deseo de que no defraude las expectativas, pero recordando que la reforma será voluntad de los representantes del pueblo, no voluntad de un credo religioso", remachó. Cuesta aseguró que los socialistas buscarán también "máximo acuerdo social" a la hora de reformar la Ley Orgánica de Libertad Religiosa, aunque este proyecto está pendiente de las propuestas que haga la Vicepresidencia del Gobierno. El secretario Ejecutivo de Libertades Públicas del PSOE, Álvaro Cuesta, volvió a insistir ayer en uno de los sofismas favoritos de la izquierda cuando se propone llevar a cabo una desvirtuación de los Derechos Humanos y de la ley natural: que las leyes son "la expresión de la voluntad del pueblo", confundiendo asi al pueblo con la voluntad del partido en el poder, y "no la expresión de un credo religioso" con lo cual intenta confundir a la opinión pública al vincular la religión con la condena de ese crimen nefando que es el aborto.
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