.- Esperanza Puente Moreno, miembro de la Fundación RedMadre, relató ante la comisión de diputados que estudia una nueva ley del aborto, el drama que sufrió luego de realizarse esta práctica hace 13 años, tras la cual, indicó, "soy madre de dos hijos, uno vivo de 22 años y otro muerto al que no le puedo ni poner rostro".
"(Las mujeres) seguimos estando indefensas y desamparadas frente a esta realidad. La mujer que aborta se enfrenta al silencio y la soledad, una losa añadida al síndrome post-aborto. Pero ni entonces, cuando a mí me hicieron abortar, ni ahora, se informa de las consecuencias reales del aborto", declaró a ADN.es a la salida de su comparecencia ante la comisión parlamentaria.
Por ello, lamentó que el Gobierno siga vendiendo a la sociedad la idea de que el aborto es un "síntoma de libertad y de progreso", cuando "para ninguna mujer que ha abortado les ha supuesto ni salud, ni libertad, ni progreso".
Asimismo, denunció que la sociedad "esconde la cabeza" ante esta realidad y permite que el Gobierno reforme la ley "en base a una demanda social que no existe", con un debate "a puerta cerrada". "La sociedad tiene derecho a saber lo que se está planteando sobre la mesa. Es una falta a la democracia y a la libertad", expresó.
En ese sentido, criticó que el Gobierno destine 40 millones de euros de los impuestos a "financiar centros y prácticas abortivas", y no se subvencione tres millones para sacar adelante programas de ayuda a la mujer embarazada. "Ampliar el aborto es sólo ampliar el negocio del aborto, que es el cuarto que más volumen de dinero mueve en el mundo", indicó.
"Me dijeron que era un tejido"
Esperanza, que actualmente asesora a las mujeres que acuden a la fundación, recordó el drama que vivió a partir de los 18 años, cuando siendo ya madre soltera, la Seguridad Social le diagnosticó su segundo embarazo y directamente le dio el número de un centro donde abortar.
"En mi caso, me dijeron que era un tejido de células que podía cortar, me dijeron que era la solución más sencilla, sin secuelas", recordó, "pero aquello era un bebé de tres meses, cortado en pedazos".
"De mi experiencia con mujeres embarazadas, he comprobado que hay mujeres que al principio parece que lo sobrellevan (el síndrome post-aborto), y que después, a los 20 años de abortar, lo padecen por cualquier circunstancia: por el nacimiento de un nieto, porque ven a unos niños
jugando en el parque", indicó. Relató que la mujer que aborta experimenta "un sentimiento de culpa y de ira muy difícil de superar". "No nos hemos levantado de la camilla todavía", expresó.
Por ello, Esperanza dijo que la mujer embarazada "debe saber que hay más opciones que el aborto, como que hay entidades que te ayudan". "Hay que darles toda la información. La realidad del aborto es mucho más dramática después de efectuado", indicó.
"Insisto y seguiré insistiendo en que estos consentimientos que se dan en centros privados son incompletos e ilegales. A la mujer embarazada se la sigue dejando de lado, indefensa. No creo que haya ni una sola mujer que acuda libremente a que corten a su hijo en pedazos", afirmó.
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