La Plata (Buenos Aires), 9 Dic. 08 (AICA) - El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, recordó una charla con alumnos de un colegio secundario que le dieron la sensación de que tenían la necesidad de pertenecer a las llamadas “tribus urbanas”, y comentó que su respuesta ante una pregunta fue que “no veía que hubiera necesidad de integrarse a ellas”.
“Un muchacho o una chica que están integrados naturalmente en su familia, que tienen una relación normal y sana con sus padres y sus hermanos, que es miembro de un club y practica algún deporte, o que está integrado en la comunidad escolar, en la parroquia, en algún movimiento o grupo eclesial, no necesita reunirse en condiciones tan extrañas, oscuras y marginales como las que se dan en las así llamadas tribus urbanas”, subrayó en su reflexión semanal por televisión al recordar aquel encuentro con adolescentes.
Tras asegurar que “de hecho, el tema de las tribus urbanas es, en la actualidad, objeto de especial consideración y de debate”, advirtió que “existen estudios muy serios acerca de esto, de lo que significa como problema de psicología social con relación a la familia, al sistema educativo y, en general, al tejido mismo de la sociedad”.
El prelado platense consideró que “se enumeran distintas tribus como cumbieros, punks, floggers, emos, heavis, skinheads, darks y otros de una lista interminable. Y me parece que, a veces, se tratan estas cosas con una cierta superficialidad”.
“Algunos se espantan como si todos los adolescentes, todos los jóvenes, pertenecieran a estas agrupaciones y yo quiero decirles que no me parece que sea así -afirmó-. Pienso que la mayor parte de los adolescentes y de los jóvenes viven normalmente sus vidas. Tendrán problemas como los tenemos y los tuvimos todos, pero están integrados, en efecto, en las asociaciones propias y naturales de la sociedad”.
No obstante, monseñor Aguer alertó que “hay que tener en cuenta el problema de las tribus porque representan un fenómeno peligroso de fragmentación social”, y estimó necesario “brindar todo nuestro cuidado, toda nuestra atención, a los chicos y chicas, sobre todo en ese momento tan difícil de la adolescencia, para que se orienten correctamente en la vida”.
“Si lográramos que la familia se robusteciera en su constitución natural, si pudiéramos proveer de ámbitos de inserción adecuados para que puedan desarrollarse culturalmente, practicar deportes, y convivir de un modo sano sin descuidar todos los inventos técnicos que hoy se incorporan a la vida juvenil, eso sería una gran cosa porque estaríamos ayudando a edificar la sociedad argentina del futuro”, concluyó.
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