Por Lauren Funk
NUEVA YORK, 15 de abril 2011 (C-FAM) – El contraste entre las prioridades del mundo desarrollado y las del mundo en desarrollo fue claro como el día y la noche.
“Es perjudicial no contar con recursos de planificación familiar adecuados”, dijo a los presentes una delegada indiscutiblemente estadounidense. “¿Por qué existe una resistencia al reconocimiento del acceso a la planificación familiar como una necesidad?”.
La delegada de Santa Lucía, pequeño país insular, con voz suave, respondió: “¿Cómo logramos que aumente nuestro índice de fertilidad? Nos dijeron que necesitábamos reducir nuestro índice de fertilidad; ahora tenemos una población envejecida”.
Ambas voces se expresaron durante un panel presentado la semana pasada en las Naciones Unidas por la Santa Sede, Honduras y Malta bajo el título “Desarrollo humano seguro: matrimonio, familia y comunidad”. Laurie Shestack-Phipps, representante estadounidense ante la ONU, criticó duramente a la Santa Sede y a los demás organizadores por no ser “integrales” en su enfoque del panel, y mencionó concretamente la planificación familiar y el aborto. También se quejó de los altos índices de fertilidad en los países pobres de África.
Shestack-Phipps dijo: “¿Cómo pueden decir que valoran la familia, la comunidad y el matrimonio sin considerar en esta situación que tanto los hombres como las mujeres tienen derecho a una vida saludable, a poder evitar el aborto inseguro y a tener acceso al mayor nivel de salud reproductiva posible, y a decidir cuántos hijos deberían tener?”.
El intercambio entre Shestack y Sarah Flood-Beaubrun, de Santa Lucía, resalta la ironía de la ONU. Por un lado, están los países ricos que exigen que las naciones pobres reduzcan sus índices de fertilidad, y, por el otro, los países pobres dicen que necesitan mayores índices de fertilidad no sólo para su desarrollo, sino también para su supervivencia. Casi la mitad de los países del mundo está enfrentando lo que se conoce como invierno demográfico. Los índices de fertilidad han caído tan drásticamente que las poblaciones están envejeciendo a gran velocidad.
La crítica de la delegada estadounidense sobre la planificación familiar, que ignoró las realidades demográficas y los deseos reales de los países en desarrollo, es un microcosmos representativo de los actuales debates en la ONU sobre población y desarrollo. Los documentos que orientan la sesión de este año de la Comisión de Población y Desarrollo admiten que la mayoría de las naciones ha logrado un bajo índice de fertilidad; sin embargo, la ONU continúa pidiendo a las naciones donantes más y más dinero para servicios de planificación familiar y para lo que ella denomina con el eufemismo de “bienes de consumo”: preservativos, píldoras e inyectables que previenen el embarazo.
Wendy Wright, presidente de Concerned Women for America, resaltó aún más la incongruencia. Ella visitó muchas clínicas en África y los doctores le dijeron que hay botiquines vacíos de medicamentos esenciales como la penicilina, pero llenos de preservativos – tantos, que los niños los inflan como globos y los usan como juguetes. “Se presta tanta atención a la planificación familiar que se agotan los recursos de lo que son necesidades urgentes”, explicó.
El arzobispo Francis Chullikatt, de la Misión de la Santa Sede, también efectuó firmes advertencias en contra de tales prioridades distorsionadas. “Los programas internacionales de asistencia económica dirigidos al financiamiento de campañas de esterilización y anticoncepción, así como también la subordinación de la asistencia económica a tales campañas, son afrentas a la dignidad de la persona, a la familia y a la comunidad humana”, afirmó.
Los organizadores y anfitriones del panel fueron C-FAM (que publica Friday Fax) Focus on the Family yConcerned Women for America. La sesión de la Comisión de Población y Desarrollo de las Naciones Unidas concluye este viernes.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario