El sacerdote José Polo, párroco de Nuestra Señora del Rosario en Valencia, ha decidido no dar la comunión a cuatro miembros de la de la Cofradía del Prendimiento de Jesús del Canyamelar, debido a que viven en una situación irregular desde el punto de vista de la moral católica. Tres de ellos son homosexuales que conviven con personas de su mismo sexo y el cuarto es un divorciado que ha vuelto a contraer matrimonio civil.
(Levante.emv/InfoCatólica) El sacerdote se ampara en el Código de Derecho Canónico, cuyo artículo 915 establece lo siguiente: “No deben ser admitidos a la sagrada comunión los excomulgados y los que están en entredicho después de la imposición o declaración de la pena, y los que obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave”.
La decisión del párroco no fue repentina, pues el jueves de la semana pasada citó al presidente de la cofradía y le encargó que les comunicara a estas cuatro personas, cofrades, que se abstuvieran de ir a comulgar el sábado siguiente durante el acto de bendición, ya que se negaría a darles el sacramento de la eucaristía.
El presidente cofrade aseguró que el sacerdote le había comunicado “que habían dado órdenes de arriba, del Arzobispado, para que no se le diera la comunión a estas personas según marca la ley canónica”. Respecto al porqué ahora y no antes, si así lo marca el derecho canónico, el joven presidente añadió que la argumentación que le dio el párroco era que “con la imagen en el altar” no lo creía oportuno y que “su pecado era muy evidente”.
Ante la intención de Pilar Gómez, una de las feligresas afectadas por la medida, de no aceptar la prohibición para comulgar, el sacerdote avisó durante la misa de la cofradía en la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario que las personas que quisieran comulgar pasaran por la capilla al finalizar la liturgia.
Pilar Gómez, que siendo lesbiana convive bajo el mismo techo con otra mujer y por tanto lleva una vida incompatible con la moral católica, asegura estar indignada por lo sucedido. “Me atracaron hace dos años y no me robaron tanto como ahora”, confiesa esta mujer de 52 años. “Esto va en contra de los valores que he recibido desde niña”, se lamentaba. Además asegura que “desde hace años se sabe que hay gente que vive en pecado y hacen la vista gorda”.
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