WASHINGTON, jueves 5 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- "Un nuevo y peligroso asalto contra la cultura de la vida", así han reaccionado los obispos del Estado de Washington a la introducción prevista para mañana 6 de marzo de la Initiative 1000, la legalización del suicidio asistido para pacientes terminales.
Washington se convierte así en el segundo Estado norteamericano, tras Oregon, en legalizar esta práctica, que "permite a los pacientes con una expectativa de vida diagnosticada inferior a seis meses, que se les prescriba una dosis mortal de medicamentos".
La ley se aprobó por referéndum popular el pasado 4 de noviembre, y exige que el paciente sea mayor de edad, esté en posesión de sus facultades mentales y resida en el Estado.
Prevé también que se establezca un registro anual de suicidios por este procedimiento, así como regula la objeción de conciencia de médicos y hospitales, que pueden por razones éticas negarse a realizarlo.
Los obispos católicos de Washington han mostrado reiteradamente su oposición a la Initiative 1000, especialmente a través de la carta Respecting Life at the End of Life, que fue publicada con motivo del referéndum.
En ella advierten que esta ley supone una amenaza "especialmente para las personas vulnerables, que están en riesgo de marginación a causa de la concepción individualista y utilitarista de la vida", sobre todo "las personas ancianas, los que carecen de asistencia médica adecuada, los minusválidos y quienes no tienen apoyo familiar".
"Convirtiendo el suicidio en una opción médica que puede ejercerse sin consultar a la familia y a los amigos altera radicalmente la relación médico-paciente", y además "puede poner la decisión sobre la vida y la muerte en manos de las compañías de seguros, que podrían ser motivadas sólo por la ganancia y no por el interés del paciente", añaden.
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