Los adolescentes en familias intactas, que no han experimentado ruptura ni divorcio, tienden a retrasar el inicio de sus relaciones sexuales, evitando el sexo precoz, según una investigación a partir de 180 artículos y estudios norteamericanos revisados por Samuel W. Sturgeon, de la Universidad de Pennsylvania. (Puede verse completo en un PDF en inglés AQUÍ ). El estudio establece cuatro situaciones familiares posibles para los adolescentes. A la luz de su actividad sexual, de menos actividad a más, son: "familia intacta", "padre natural con padre adoptivo", "padre soltero" (conviva o no con otra persona) y "sin padre".
El primer modelo ("familia intacta") es el que garantiza, con los datos en la mano, menos riesgo de sexo precoz para el adolescente. Así, en las familias intactas norteamericanas, de los 15 a 19 años, el 30,7% de chicos y el 33,5% de chicas han tenido relaciones sexuales completas, mientras que en las familias no intactas son el 52,4% de chicos y el 54% de chicas (datos de 2002, del estudio de Abma, Martinez, Mosher y Dawson, Teenagers in the United States).
De las posibles situaciones familiares, la peor es la carencia de ambos padres: el 80% de las chicas de 15 a 19 años en estas situación ya había tenido relaciones sexuales completas, y de hecho un 52% las habría tenido antes de los 15 años; entre los chicos sin padres de 15 a 19 años, un 64% ya ha tenido relaciones completas, y un 30% del total antes de los 15 años. Tener un solo padre, viva o no con otra pareja sentimental, es otro factor de riesgo. Los adolescentes en esta situación tienen relaciones sexuales completas en un 58% de casos (chicos) y un 67% de casos (chicas). Estos adolescentes de un solo padre doblan el riesgo de actividad sexual de los chicos y chicas de familias intactas (activos sexualmente en un 30% y 33% respectivamente).
El estudio, además, demuestra no sólo que los adolescentes de familias intactas tienen más tendencia a retrasar la edad de sus relaciones, sino que se observa también que en las familias intactas la minoría de adolescentes sexualmente activa tiene menos riesgo de contraer enfermedades sexuales o experimentar un embarazo precoz que sus congéneres de familias rotas. Esta investigación se añade a muchos estudios que demuestran los efectos beneficiosos de que los hijos crezcan dentro del matrimonio.
También demuestra que, además de la convicción religiosa, el estado civil de la familia importa en la práctica sexual de los adolescentes. La sociedad gasta grandes cantidades de dinero en servicios sanitarios por la pandemia de enfermedades sexuales, además de gastos relacionados con embarazos precoces, fracaso en los estudios, depresión juvenil, etc... Cuanto antes empiezan las relaciones sexuales, antes empiezan los problemas para el joven, su familia y la sociedad en general. Al final, la mejor receta, talonario en mano, es la abstinencia y, para conseguirla, la educación en abstinencia y valores,como demuestran numerosos estudios.
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