El presidente de uno de los tres grandes ‘think tank’ de Estados Unidos advierte en un artículo de que los españoles más infelices son los que aprueban “la moderna destrucción de lo tradicional”.
“España ha ido avanzando en la dirección equivocada en relación con la cuestión de la felicidad”. Asi se manifiesta el el presidente de la American Enterprise Institute, Arthur C. Brooks, en un artículo de opinión publicado por el diario La Vanguardia el pasado 5 de septiembre.
Brooks preside uno de los tres grandes think tank (institución investigadora o de otro tipo que ofrece consejos e ideas sobre asuntos de política, comercio e intereses militares) de Estados Unidos junto con Heritage Foundation y Cato Institute.
En su artículo ‘¿Por qué no es feliz España?’, este investigador constata que España es más infeliz de lo que debiera corresponderle por su nivel de desarrollo: “España debería experimentar mayores grados de felicidad […] ya que ha “progresado” enormemente durante los últimos treinta años”.
Sin embargo, Brooks constata como en 1981, el 20,1% de españoles decía sentirse “muy feliz” y, sin embargo, en el 2005, tal porcentaje había descendido a sólo el 13,7%. Por ello, opina que España “ha ido avanzando en la dirección equivocada en relación con la cuestión de la felicidad, a diferencia de de todo el resto de países desarrollados”.
“La moderna destrucción de lo tradicional”
El autor del libro The Battle: how the fight bwtween free enterprise and big government will shape America’s future, admite que no todos los españoles son igualmente felices en la actualidad y constata la existencia de una asimetría paradójica sobre este aspecto que explica de la siguiente forma: “Los españoles más infelices coinciden con los que en mayor medida suscriben y aprueban la moderna destrucción de lo tradicional, sobre todo en lo que se refiere a las relaciones familiares”.
Por ejemplo, según el estudioso, el World Values Survey, explica que los españoles que convienen en que “el matrimonio es una institución anticuada y pasada de moda” muestran un 17% menos de probabilidad de vivir elevados niveles de satisfacción que aquellos que disienten de tal apreciación. Es decir, que en España los que deberían sentirse infelices son los católicos debido a la pérdida de presencia en la vida pública y son los que profesan valores tradicionales.
No obstante, son los partidarios de la política y la cultura “progresista” los que se sienten más infelices a pesar de que España es el resultado o ha derivado en una sociedad que se acerca a las consignas y lo que quiere este grupo de pensamiento.
El pensamiento progresista, fuente de infelicidad
Brooks analiza los aspectos que dotan el recorrido de las últimas décadas españolas definido como “progresista”: “desde el tamaño de su administración y sus progresistas políticas sociales al aflojamiento del peso e influencia de la Iglesia católicas” y añade: “en la actualidad posee la legislación más progresista y avanzada de Europa al permitir el aborto hasta la semana decimocuarta de embarazo”.
Finalmente, el estudioso, afirma que “es posible que tales tendencias progresistas constituyan precisamente el factor que haya conducido a España por el mal camino en la cuestión de la felicidad”.
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