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domingo, 5 de septiembre de 2010

Un juez anula la prohibición del matrimonio gay en California e ignora el referéndum popular que lo rechazó -

El magistrado homosexual Vaughn Walker ataca, además, a las religiones que consideran un pecado las relaciones homosexuales ya que considera que “son dañinas para gays y lesbianas”.

El juez de California Vaughn Walker, conocido activista homosexual, aplicó una polémica sentencia que anuló a principios de este mes la prohibición del matrimonio gay en el Estado de la costa oeste.
Walker atacó al catolicismo y a otras confesiones religiosas al considerar que las creencias religiosas que consideran un pecado las relaciones homosexuales “son dañinas para gays y lesbianas”. Muchas voces han considerado que el juez ha lanzado un ataque a la libertad religiosa que defiende la constitución estadounidense.
Con esta decisión el juez homosexual ha impuesto su criterio por encima del acuerdo llegado tras un referéndum popular. Además, sorprende que esto sea así cuando se trata de una parte afectada debido a su condición homosexual y de activista.
Graves consecuencias para católicos y miembros de otras confesiones
Desde que, el pasado día 4 de agosto, la sentencia sobre el casoPerry contra Schwarzenegger anulase la limitación del matrimonio en California al celebrado entre un hombre y una mujer, la polémica no ha cesado en los Estados Unidos, según explica el portal Infocatólica. En un primer momento, dicha polémica se centró en el núcleo de la decisión del Juez Vaughn Walker: la cancelación de la denominada Proposición 8, que defendía el matrimonio tradicional y fue aprobada en referéndum por los votantes californianos. Sin embargo, a medida que se han ido estudiando en detalle otros aspectos de la decisión, ha quedado de manifiesto una parte de la misma que podría tener graves consecuencias para los católicos y para los miembros de otras religiones en los Estados Unidos.
En lo más de cien folios de la sentencia, hay una parte dedicada a las conclusiones sobre cuestiones de hecho, en las que se basa la decisión final tomada. Entre esas conclusiones del juez, se encuentran una serie de afirmaciones propias de la propaganda gay, como que “no existen diferencias significativas entre las parejas del mismo sexo y las parejas de sexo opuesto” o que el “género ya no forma parte esencial del matrimonio”. 
 
El juez también se afirma que el hecho de que un niño sea educado por una pareja homosexual no afecta a su desarrollo y que esto “es aceptado sin ninguna discrepancia seria en el campo de la psicología del desarrollo”. Todo esto se añade a una concepción del matrimonio que se reduce al “reconocimiento y la aprobación por parte del Estado de la elección de una pareja de vivir juntos, comprometerse mutuamente y formar un hogar basado en sus sentimientos mutuos y crear una asociación económica y sostenerse económicamente el uno al otro y a las personas que dependan de los mismos”.
 
En la decisión judicial se da como cosa probada que “las creencias religiosas que establecen que las relaciones entre gays y lesbianas son pecaminosas o inferiores a las relaciones heterosexuales resultan dañinas para gays y lesbianas”. Esta afirmación es una clara alusión a la doctrina católica sobre la homosexualidad, compartida por otros grupos religiosos como los mormones, gran parte de los evangélicos y los luteranos del Sínodo de Missouri.
La libertad religiosa en entredicho
El juez Walker no solamente cuarta la libertad de religión sino que está incapacitado para el recto juicio ya que confunde el pecado que está enmarcado en el ámbito religioso con las leyes. El pecado es el alejamiento o la ruptura con Dios, por ello, si una persona no tiene condición religiosa, el pecado no tiene importancia. Además, el concepto de pecado no tiene traducción conceptual en ningún terreno legislativo de los diferentes países.
Nadie está obligado por ley a hacer el bien, ni a no ser egoísta, ni a amar. Considerar pecado a una conducta humana es contrario a la condición humana. La infidelidad, por ejemplo, es pecado, pero no está penada. Y esto sucede a la inversa, hay aspectos que están penados y que no son pecado, por ejemplo robar por necesidad. Además la sociedad condena situaciones de necesidad como no poder pagar un piso o a los inmigrantes que venden en el top manta, sin embargo, no se puede considerar pecado.
Por lo tanto no existe un paralelismo entre la norma jurídica y la norma religiosa, y esto es así porque los estados occidentales han dejado de ser cristianos.

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