El número de mujeres muertas por complicaciones asociadas al aborto (practicado en condiciones peligrosas o clandestinas, se entiende) es de 68.000 en todo el mundo, según la estimación que hace la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su reciente informe sobre Global Burden of Disease, la distribución mundial de las enfermedades (cfr. Aceprensa 120/08).
Esta estimación, con datos de 2004, representa el 0,2% de la mortalidad femenina. Si se suman al aborto otras causas de muerte vinculadas a la maternidad tales como hemorragias, sepsis, hipertensión derivada del embarazo y partos problemáticos, las muertes maternas ascenderían a 527.000 anuales, lo que equivale al 1,9% del total.
De las muertes atribuidas al aborto (68.000), más de la mitad se producen en África (36.000) y en el Sudeste Asiático (21.000); el resto se reparten entre las Américas (2.000), Mediterráneo Oriental (7.000) y el Pacífico Occidental (2.000).
En esta edición de su estudio, las cifras de la OMS parecen haber concedido menos a la tendencia que hace unos años abultaba hasta los 250.000 los decesos debidos a las deplorables condiciones de las prácticas abortivas ilegales. Sabido es que las dificultades manifestadas por la propia organización para garantizar la fiabilidad de sus números no le ha impedido recomendar el acceso al “aborto seguro” como remedio a las muertes de mujeres por causas relacionadas con el embarazo (cfr. Aceprensa 42/05).
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