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lunes, 24 de noviembre de 2008

Los desafíos morales de la sociedad estadounidense

header_original_modEntrevista con el arzobispo de Kansas City, Mons. Joseph Naumann
KANSAS CITY, Kansas, domingo, 23 noviembre 2008 (ZENIT.org).- Aunque la Iglesia está interesada en un amplio abanico de temas sociales, hay ciertos temas - como la protección del no nacido - que llevan consigo un "peso moral" mayor, afirma el arzobispo de Kansas City.
Monseñor Joseph Naumann es uno de los 70 obispos de los Estados Unidos que alzaron la voz en las últimas elecciones para animar a los votantes a apoyar a los candidatos pro vida.
En esta entrevista con ZENIT, el arzobispo habla sobre los cambios que ha visto en la sociedad, y cómo ve en la juventud un gran futuro para la Iglesia.
--Excelencia, ¿nos podría hablar sobre sus años de formación y la cultura católica que vivió mientras crecía?

--Monseñor Naumann: Crecí en los cincuenta y primeros de los sesenta. La vida en aquellos años se centraba en la comunidad parroquial. Dios era el centro de nuestra vida familiar y de nuestra vida parroquial. Mi padre murió antes de que yo naciera y, quizás, por eso, los sacerdotes de nuestra parroquia pusieron gran interés en mi hermano y en mí. Los sacerdotes eran mis héroes y mis modelos, por lo que resultó natural que considerase la vocación sacerdotal.
--Los cambios que usted vio durante los sesenta y los setenta, ¿fueron graduales, o se dio cuenta de ellos de forma inmediata?

--Monseñor Naumann: Los años sesenta y setenta fueron, por muchas razones, una época excitante en la Iglesia y en la sociedad. Como muchos jóvenes católicos, me inspiraba John F. Kennedy y su desafío de preguntar no qué podía hacer tu país por ti, sino qué podías tú hacer por tu país. Me inspiraba el movimiento de derechos civiles y los esfuerzos para lograr, en las leyes y en la sociedad, igualdad para las personas de todas las razas.
Los cambios en la Iglesia, resultado del Concilio Vaticano II, fueron también excitantes. Experimenté la reforma litúrgica como un esfuerzo para hacer la Eucaristía más accesible al pueblo de Dios.
No obstante, comencé a ver otro el otro lado de algunos de los cambios culturales que me rodeaban. Las consecuencias desastrosas de la cultura de las drogas y de la revolución sexual fueron cada vez más evidentes. En el momento de su publicación, no aprecié la naturaleza valiente y profética de "Humanae Vitae".
Con el tiempo, comencé a apreciar el liderazgo heroico del Papa Pablo VI al proteger el significado auténtico de nuestra sexualidad, así como el significado del matrimonio. En la liturgia, también me empecé a dar cuenta de que, con todas nuestras buenas intenciones de renovación, se había reducido parte de la experiencia de lo sagrado.
--¿Cómo le afectó la visita de Benedicto XVI a Estados Unidos en abril?

--Monseñor Naumann: La visita del Papa Benedicto XVI fue una experiencia extraordinaria. Sobrepasó en todos los sentidos mis esperanzas y expectativas para la visita. Fue hermoso ver de primera mano la respuesta cálida y positiva que recibió el Papa no sólo de los católicos, sino también de todos los americanos, tanto en Washington como en Nueva York.
El Papa Benedicto se presentó como un pastor amoroso y apacible que habló de la verdad con amor, serenidad y autoridad. El encuentro de jóvenes en Nueva York fue verdaderamente extraordinario. Fue hermoso ver la reacción entusiasta de los jóvenes a la presencia del Santo Padre, así como la respuesta a su afecto desafiándoles a que vivieran vidas heroicas de fe.
La última noche de la visita, estaba mirando un debate en una cadena de televisión que evaluaba la visita del Santo Padre. Un miembro judío de la mesa afirmó que se debería dar una buena nota al Colegio de Cardenales por su elección de los últimos dos Papas. Afirmó que tanto el Papa Benedicto XVI como el Papa Juan Pablo II eran líderes extraordinarios no sólo por su notable inteligencia y conocimientos, sino también por su integridad. Vivían lo que predicaban.
Sugirió que nuestro país quizá debiera considerar este modelo para elegir a sus líderes.
--Excelencia, ¿cree usted que Estados Unidos puede torcerse hacia el secularismo - siguiendo el camino de Canadá y Europa Occidental?

--Monseñor Naumann: No creo que tengamos que adoptar un punto de vista fatalista y simplemente conceder que seguirá de modo inevitable el mismo camino que Europa Occidental o Canadá. Creo que hay una dinámica diferente en el desarrollo de Estados Unidos.
No obstante, Europa y Canadá son sombríos recordatorios de que podría ocurrir si no están vigilantes la Iglesia y las personas de fe. De hecho, la Iglesia, en sus comienzos, se encontró en una sociedad hostil y, a través de la historia, y en algunas zonas del mundo de hoy, la Iglesia ha mantenido la luz de la verdad encendida en ambientes culturales difíciles.
Están también los que constantemente intentan escribir el obituario del movimiento pro vida. Recuerdo a un comentarista de televisión de mediados de los ochenta que informaba sobre de una muchedumbre enorme en la Marcha por la Vida anual como "el estertor de muerte" del movimiento. 20 años más tarde el movimiento pro vida está creciendo más fuerte y más joven.
--En esta campaña electoral el clero habló como nunca antes de los derechos del no nacido. Más de un tercio de todos los obispos publicaron declaraciones sobre la importancia de apoyar a los candidatos pro vida. ¿Por qué cree usted que hablaron así?

--Monseñor Naumann: Los obispos y los sacerdotes han tenido el ejemplo del Papa Juan Pablo II, y ahora del Papa Benedicto XVI, quienes han hablado audazmente de la verdad con amor. También pienso que la petición de responsabilidad del arzobispo Burke, en las últimas elecciones, ha tenido un impacto significativo.
Durante muchos años, algunos políticos católicos, por sus acciones, han contradicho la enseñanza de la Iglesia sobre la santidad de la vida humana, pero ahora algunos están intentando redefinir lo que enseña la Iglesia. Esto ha obligado a los obispos a afirmar su papel como maestros auténticos de la fe.
--De vez en cuando escuchamos a algunos sacerdotes, e incluso a unos pocos obispos, que afirman que no deberíamos ser una Iglesia de un único tema. ¿Cuál sería la respuesta a estas críticas?

--Monseñor Naumann: Por supuesto, la Iglesia está atenta a un amplio abanico de temas que tienen que ver con la protección de la vida humana y la promoción de la dignidad de la persona humana. Sin embargo, alguno temas tienen, por su naturaleza, un peso moral, especialmente aquellos que implican un mal intrínseco, como el aborto o los esfuerzos por redefinir la esencia del matrimonio. Estas son acciones que son por su naturaleza malas, sin importar las circunstancias. Tenemos la obligación como católicos de oponernos siempre a estos graves males.
Hay otros importantes temas morales, como el cuidado de los pobres o una política de inmigración justa. Los católicos tienen la obligación de atender las necesidades de los pobres o de los inmigrantes, pero podemos discrepar sobre qué políticas serán mejores para sus necesidades. Como sacerdotes, no es nuestro papel dar nuestras opiniones personales sobre las mejores soluciones de política pública para los asuntos internacionales o sobre los temas económicos domésticos. Nuestro papel es ayudar a la gente a comprender las prioridades y principios morales de la enseñanza de la Iglesia.
--Uno de los aspectos de los que menos se informa de la Iglesia es su reverencia por los jóvenes y el respeto de estos por las Iglesia y el incremento en vocaciones que estamos viendo. ¿Está ocurriendo esto también en su archidiócesis?

--Monseñor Naumann: Me anima mucho, como obispo, ver el entusiasmo por nuestra fe católica entre tanto de nuestros jóvenes adultos. En la archidiócesis, tenemos una maravillosa universidad católica - Benedictine College de Atchison, Kansas. Me edifica el número de estudiantes en el Benedictine que van diariamente a Misa, reciben el sacramento de la penitencia regularmente, y pasan tiempo en adoración eucarística.
Sin embargo, no es sólo en el Benedictine, soy testigo de una devoción y entusiasmo similares en los jóvenes, hombres y mujeres, que participan en el Centro Católicos del Campus de St. Lawrence, en la Universidad de Kansas en Lawrence. El Espíritu Santo está haciendo algo poderosos con nuestros jóvenes. En el seminario tenemos algunos jóvenes extraordinarios. Actualmente hay 21 seminaristas en formación en nuestra archidiócesis y son todos excelentes. Necesitamos, no obstante, muchos más.

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