Nos escribe Álvaro Fernández, un conocido líder pro-vida de Uruguay, y ¿quién mejor que un uruguayo para explicar el veto del presidente Tabaré Vázquez a la llamada “ley de aborto”?:
“¿Hay verdadera voluntad de rechazar una legislación abortista?; ¿o estamos ante un circo muy bien armado en el que se trancó la legalización del aborto quirúrgico “pour la galerie”, al tiempo que se legalizó y se amplió el alcance del aborto químico de forma bastante discreta, “pour la galerie” de enfrente?”
LO QUE EL VETO NO SE LLEVÓ
Días atrás, el Sr. Presidente de la República, en uso legítimo de las facultades que le otorga la Constitución, cumplió con su promesa de vetar algunos artículos de la ley de aborto. Este hecho me complació, ya que considero muy importante que un Presidente se proponga defender los Derechos Humanos básicos de los que no tienen voz. Sinceramente, no estaba seguro de que fuera a cumplir. Y no era el único. Pero lo hizo y fue contundente. No le tembló la mano al firmar el veto. No le importaron las presiones, ni el rechazo de los dirigentes de su partido. No le quitó el sueño el abucheo de personas que seguramente lo votaron. Como frutilla de la torta, fundamentó el veto de forma magistral, en un texto que más parece salido de la pluma de un dirigente “provida” que del Edificio Libertad.Hasta ahí, todo bien. Pero el veto fue parcial, y lo que quedó del proyecto, es casi tan malo como lo que se vetó. Y no sólo malo, sino contradictorio con los argumentos esgrimidos por el propio Presidente. Quizá alguien piense que le estamos buscando el pelo al huevo. Demostraremos que no es así, y que existen graves incoherencias entre lo escrito por el Dr. Vázquez en su mensaje a la Asamblea General, y los capítulos de la ley que fueron aprobados por el Presidente.
El Dr. Vázquez reconoce en su fundamentación del veto, que “desde el momento de la concepción hay allí una vida humana nueva, un nuevo ser”. Reconoce también que “es más adecuado buscar una solución basada en la solidaridad, que permita promocionar a la mujer y a su criatura, otorgándole la libertad de poder optar por otras vías, y de esta forma salvar a los dos”. Y afirma en frase destacada en cursiva: “el verdadero grado de civilización de una nación se mide en cómo se protege a los más necesitados.” Emocionante.
Sin embargo, quedó aprobado en el Capítulo I del proyecto de ley de aborto, lo siguiente:
Art. 2. f: Garantizar el acceso universal a diversos métodos anticonceptivos seguros y confiables.
Art. 5. b. 2.Implementar en todo el territorio nacional la normativa sanitaria vigente (Ordenanza 369/04, de 6/8/2004 del MSP) a cerca de la atención integral en los casos de embarazo no deseado-no aceptado, denominada “Asesoramiento para la maternidad segura, medidas de protección materna frente al aborto provocado en condiciones de riesgo”.
Por un lado, el Dr. Vázquez reconoce que hay vida desde la concepción. Por otro, en el primero de los artículos citados, aprueba un texto en el cual el Estado garantiza el acceso universal a “diversos métodos anticonceptivos seguros y confiables”. Y está en la tapa del libro que para que un anticonceptivo moderno sea seguro y confiable, debe tener efecto abortivo.
Me cuesta creer que el Dr. Tabaré Vázquez no sepa que buena parte de los anticonceptivos de libre circulación en el país –y en particular, los “anticonceptivos de emergencia”-, no solo permiten evitar la concepción, sino que además, son capaces de impedir la anidación del embrión ya concebido en el útero materno. Esto último, en buen romance, se llama aborto. Aborto químico, pero aborto al fin. Aborto “de una vida humana nueva, un nuevo ser”. Aborto, que es contrario a la Constitución de la República, al Pacto de San José de Costa Rica, y a la fundamentación del veto del propio Presidente de la República.
En el segundo artículo citado, el Presidente aprobó la extensión a todo el país, del asesoramiento para abortar con Misoprostol, un antigastrítico con efecto abortivo. Este programa, hasta la aprobación de esta ley, estaba circunscripto sólo al Hospital Pereira Rossell. Ahora va a llegar a cada pueblo perdido del territorio nacional. Lo cual significa otro espaldarazo al aborto químico.
A mí por lo menos, se me plantean algunas interrogantes: ¿hay verdadera voluntad de rechazar una legislación abortista?; ¿o estamos ante un circo muy bien armado en el que se trancó la legalización del aborto quirúrgico “pour la galerie”, al tiempo que se legalizó y se amplió el alcance del aborto químico de forma bastante discreta, “pour la galerie” de enfrente? ¿Qué fue lo que hizo que, un Presidente que tan bien fundamentó su veto, no haya llegado hasta las últimas consecuencias, vetando también artículos que abren las puertas al aborto químico?
Quien sabe… Capaz que el Dr. Vázquez no se dio cuenta. Todos nos podemos equivocar. De repente no leyó bien el Capítulo I, apurado y preocupado como estaba por los capítulos siguientes. Quizá, luego de leer estas líneas, dé marcha atrás y promueva la derogación de los artículos de la ley que habilitan un tipo de aborto más “de guante blanco”, y menos chocante, por ser químico y por darse en los momentos iniciales de la vida del concebido. Pero que no es menos aborto, ni menos contrario a los datos de la ciencia y al orden jurídico vigente.
Por falta de espacio, me abstengo de comentar los verdaderos disparates y los atroces ataques a la laicidad y a la patria potestad que contienen otros muchos artículos aprobados por el Presidente, en materia de “salud reproductiva” e “ideología de género”.
Para terminar -y para ser justo y objetivo-, quiero destacar dos efectos colaterales y a mi modo de ver muy positivos, del veto del Dr. Vázquez:
1) Al no haberse legalizado el aborto quirúrgico, por lo menos se salva el fin docente de la ley. Mientras siga existiendo el delito de aborto, el ciudadano común seguirá pensando que el aborto es no es un acto indiferente. Que por algo está penado por la ley. Y esto, en medio de una batalla cultural, es muy importante.
2) Al haberse aprobado una parte del proyecto, y la otra no, el Presidente partió el proyecto a la mitad. Y va a ser imposible presentar en la próxima legislatura, un proyecto eufemísticamente disfrazado de “defensa de los derechos sexuales y reproductivos”. Se tendrá que llamar “proyecto de ley de aborto”, o probablemente, como a ellos les gusta, “proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo”. Quizá, si algún día intentan legalizar la pena de muerte, lo titulen: “proyecto de ley de interrupción involuntaria de la respiración”…
Álvaro Fernández Texeira Nunes (Montevideo)
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