La política de desaliento demográfico muestra una Argentina empequeñecida y
degradada según el Censo 2010.
El Censo Nacional 2010 reveló un mayor envejecimiento del capital humano del
país. Parecería que está teniendo éxito la política de control o desaliento
demográfico mediante la promoción de la anticoncepción, el descrédito del
matrimonio entre hombre y mujer y la ausencia de programas de fortalecimiento de
la familia que externamente se alienta.
Juan Bautista Alberdi, uno de los
forjadores de la Argentina moderna, en su libro "Bases" señala la importancia de
la consigna de "gobernar es poblar". El abandono de este principio, que colocó a
nuestra patria entre las primeras del mundo, por ideologías foráneas coloniales
disfrazadas de derechos sexuales, saludes reproductivas y paternidades
responsables, hoy ya muestran su resultado: una Argentina empequeñecida y
degradada.
Una de las primeras y más alarmantes verificaciones es que en
los últimos diez años, nuestro país no llegó a la tasa de reposición poblacional
de 2,1 anual, dando como resultado un mayor envejecimiento de sus habitantes.
Ese coeficiente es lo que los demógrafos estiman como mínimo necesario para que
una comunidad reemplace sus defunciones con nacimientos de modo que, sin crecer,
siempre exista la misma cantidad de población. Pero cuando esto no sucede, como
revela el censo, puede haber la misma población por mayor sobrevida pero no por
nacimientos, lo que redunda en un claro envejecimiento poblacional.
Esta
realidad torna inviable cualquier sistema previsional dado que no hay ni puede
haber el número necesario de activos aportantes para sostener a los que están en
situación pasiva, colocando además al país en la lista de naciones que no
interesan a las inversiones, dado la pequeñez consecuente de su mercado interno.
De este modo, la Argentina queda relegada al papel de simple proveedora de
materias primas, con poca o nula población que asegure que el superávit de sus
exportaciones se destine a atender el endeudamiento externo y que la carencia
crónica de nueva población se supla con la incorporación de inmigración de baja
calificación o nula capacitación que asegure producción barata.
En 1853
el PBI argentino era superior al de Brasil, Paraguay, Perú y México juntos. Esto
lo lograron dos próceres: Sarmiento, con su consigna "hay que hacer de la patria
una gran escuela", y Alberdi a través del lema: "gobernar es poblar". Cuando las
políticas de Estado dejan de lado esos dos conceptos, la ignorancia y la
disminución de la población siembran desazón, además de alejar un futuro
promisorio y esperanzador.
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