Por Terrence McKeegan, J.D.
NUEVA YORK, 11 de febrero 2011 (C-FAM) – Suiza se unió a Rusia y a Egipto para oponerse a la creciente extralimitación de ciertos comités de las Naciones Unidas. Esto sucedió en enero, durante una reunión informativa para Estados Miembros de la ONU sobre la reforma de los órganos creados en virtud de tratados, que, por momentos, fue controvertida.
Los órganos de tratados supervisan la implementación de una serie de acuerdos de derechos humanos, como la Convención sobre los Derechos del Niño. Estos pactos confieren poderes muy limitados a los órganos de supervisión, pero muchos diplomáticos han expresado en privado su inquietud ya que estos han excedido burdamente sus facultades en los últimos años.
El presidente de la reunión solicitó a los Estados Miembros que concedieran más tiempo y dinero para que los órganos de supervisión se reunieran. Un delegado egipcio pidió que se explicara por qué debía darse más tiempo a estos cuerpos cuando están realizando tantas «actividades no encomendadas». Esto hace referencia al hecho de que los órganos de tratados reescriben acuerdos e instruyen a los gobiernos para que modifiquen su legislación. El presidente respondió con cierta debilidad que las actividades no encomendadas no se desarrollaban durante reuniones oficiales.
Rusia presionó un poco más al afirmar que los órganos de tratados estaban excediendo su mandato, particularmente al debatir sobre asuntos temáticos. Esto aludía, en parte, a las decenas de observaciones generales interpretativas que estos órganos emitieron, facultad que no le fue conferida por ningún tratado de derechos humanos.
Suiza, país que por lo general no es propenso a cuestionar los poderes cada vez mayores de estos órganos, manifestó su preocupación ante el hecho de que los Estados Miembros no estaban siendo consultados adecuadamente por los órganos creados en virtud de tratados, teniendo en cuenta recientes declaraciones sobre la reforma de estos.
El año pasado, entraron en circulación en el sistema de las Naciones Unidas tres grandes declaraciones sobre la mencionada reforma, aunque ninguna de ellas fue aprobada por los Estados Miembros. Una de ellas consiste en unir todos los órganos en una única entidad que tenga atribuciones sobre todos los tratados de la ONU. Esta idea fue presentada en la Declaración de Dublín, proyecto original de Michael O’Flaherty. O’Flaherty también fue el impulsor de los polémicos Principios de Yogyakarta de 2007, los cuales demandan que se interprete que la orientación sexual y la identidad de género son parte de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
En 1984, Philip Alston, quien se convertiría en uno de los mayores expertos en órganos de tratados, así como también en uno de los principales partidarios de la extensión de sus poderes, escribió proféticamente: «[E]n el transcurso de los próximos años, los órganos de la ONU estarán sometidos a fuertes presiones para que proclamen nuevos derechos humanos sin que antes se haya considerado adecuadamente su conveniencia, viabilidad, alcance o forma».
Las palabras de Alston se hicieron realidad concretamente en 1996, cuando un grupo de miembros de órganos creados en virtud de tratados, organizaciones no gubernamentales y otros funcionarios de la ONU se dieron cita en Glen Cove, Nueva York, y tramaron el modo de incorporar nuevos derechos en acuerdos de derechos humanos existentes. Desde entonces, estos órganos de supervisión se volvieron cada vez más agresivos al reinterpretar tratados de derechos humanos vinculantes y al presionar a los gobiernos para que modifiquen sus leyes basándose dichas relecturas.
La próxima reunión importante sobre la reforma de los órganos creados en virtud de tratados que incluye consultas a los Estados Miembros tendrá lugar en Sion, Suiza, en el mes de mayo.
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