La ex presidenta del lobby "Católicas por el Derecho a Decidir" lamenta que los provida están ganando la batalla cultural con buenos argumentos.
Frances Kissling fue presidenta fundadora del lobby abortista National Abortion Federation (NOW, de 1977 a 1980) y luego la gran impulsora de 1982 a 2007 del lobby "Catholics for Choice" ("Católicas por el Derecho a Decidir", en los países hispanos, dedicado a exportar el aborto a Latinoamérica).
Sigue siendo una activista radical a favor del aborto y enemiga furibunda de la Iglesia Católica, pero en un artículo de opinión publicado el 18 de febrero en el Washinton Post afirma que el movimiento provida está ganando la batalla cultural, que sus argumentos son muy potentes, que la estrategia pro-aborto se ha quedado anticuada e ineficaz y que la estrategia que deberían adoptar los abortistas es renunciar al aborto completamente libre que hay actualmente en EEUU y centrarse en blindar los abortos tempranos.
"No podemos seguir haciendo como si el feto fuese invisible", admite Kissling. "El feto es más visible que nunca antes y el movimiento pro-derecho al aborto necesita aceptar su existencia y su valor. Puede que no tenga derecho a la vida, y su valor puede que no sea igual al de la embarazada, pero acabar con la vida de un feto no es un evento moralmente insignificante. El aborto no es un mero asunto médico, y se da una aspereza no intencionada cuando se afirma lo contrario". Más aún, "debemos acabar con la ficción de que un aborto a las 26 semanas no es distinto que uno a las 6 semanas".
Kissling piensa que el movimiento pro vida ha desarrollado argumentos poderosos con los años, mientras que el movimiento pro aborto sigue repitiendo eslóganes de los años 70 que a las nuevas generaciones no les dicen nada.
"Los oponentes al aborto usan argumentos cada vez más elaborados", afirma, y los enumera preocupada: "se centran en los avances en medicina fetal, señalan el derecho de los padres a tener algo que decir sobre la salud de sus hijas menores, unen la oposición al aborto con la oposición a la guerra y la pena de muerte, no buscan hacer el aborto ilegal, sino hacerlo cada vez menos accesible... y han conseguido cambiar la opinión pública hacia su lado". Así, Kissling señala que "la marca pro-elección se ha erosionado; en 1995 era la opción que elegían el 56% de los americanos para definirse; ha bajado a un 42% en 2009".
Tampoco en política las cosas pintan bien para la industria del aborto en EEUU: "29 gobernadores son sólidamente anti-aborto, y tan solo en 2010 hubo 15 estados que aprobaron 39 leyes sobre el aborto, la mayoría restrictivas".
Ante esta situación, Kissling considera que "no vamos a recuperar el terreno perdido" así que propone a las entidades pro-aborto "dejar de mantener una estrategia que no funciona y que está haciendo el derecho legal al aborto más vulnerable que nunca antes".
Su estrategia suena como una "retirada" en Estados Unidos, donde el aborto es básicamente libre, sólo con algunos plazos en algunos estados. Sin embargo, lo que propone no es muy distinto a la "Ley Aído" en España: ciertos límites a los abortos más desagradables, hablar mucho de prevención, y "coladeros" adecuados. Ella lo expresa así:
1) "Necesitamos rechazar con claridad y firmeza los abortos post-viabilidad, excepto en casos extremos" (coladero)
2) Aceptar las regulaciones sobre derechos de los padres de la embarazada, consentimiento informado, etc... "no son anti-mujer ni indebidamente invasivas; protegen correctamente nuestros intereses en la salud femenina y la vida fetal"
3) "Tratamos al Estado como a un enemigo [...] Para que el movimiento pro-elección siga siendo popular y se mantenga el derecho legal al aborto tenemos que trabajar con el Estado"
(Esto es muy importante porque al contrario que en China, donde el aborto lo impulsó siempre el Estado, en EEUU el argumento era "el Estado no es quien para interferir en mi cuerpo e impedirme abortar". Kissling pasa de la visión norteamericana -menos Estado- a la europea - que subvencionen el aborto-).
4) "El respeto por la vida fetal requiere que hombres y mujeres den todos los pasos posibles para no crear fetos que tengan que abortar"
5) En vez de insistir en el "derecho absoluto a elegir", la estrategia pasa por "la convicción histórica del movimiento de que cuando el aborto es ilegal las que sufren son las mujeres pobres"
Y concluye: "si no sugerimos leyes equilibradas y regulaciones del aborto, sólo nos dejarán políticas cada vez más draconianas y, al final, ninguna elección".
En los blogs pro-vida, como el de la ex enfermera Jil Stanek (www.jilstanek.com), que trabajó en abortos hasta que vió cómo eran los abortos tardíos por nacimiento parcial, los comentarios han sido variados.
Hay quien señala la importancia del punto de partida: los fetos ya no son invisibles. En los años 70 decir "tú has sido un feto" era inútil para gente de poca imaginación, pero hoy en EEUU todo el mundo ha visto fotos de ecografías, y los menores de 18 años incluso tienen sus propias fotos de sus propias ecografías: toda una vida viéndose como un feto en la primera página del álbum familiar. Con las ecografías en 3-D y 4-D (con movimiento, sonido, profundidad, y posibilidad de incluso sacar un muñequito a partir de la imagen), la visibilidad del feto es enorme. Por el contrario, se puede argumentar que la visibilidad de los esclavos negros (o de los negros libres) era mayor y hizo falta una guerra para acabar con la esclavitud.
Otros señalan que si se abandona el argumento tradicional de "mi cuerpo es mío y punto" por el de "equilibremos los derechos del feto y los de la mujer", el aborto está acabado a medio plazo: excepto en un puñado de casos patológicos gravísimos, el 99% de los abortos se volverían inaceptables puesto que se contrasta el "derecho a la vida" con otros derechos menores y la adopción responde a casi cualquier caso.
En la misma línea, si los abortistas abandonan su línea de 40 años de "el feto es solo una bola de tejidos" por "el feto tiene ciertos derechos, es algo más", muchos piensan que el edificio caerá por sí mismo. Al menos, en Estados Unidos. Europa y España han demostrado que pueden mantener leyes absurdas durante mucho tiempo, y ministras que dicen que "la ciencia no sabe lo que es un ser humano".
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