Los hechos han sucedido el 3 de junio, en un país africano. Mwanga, Dictador de este Estado africano, que se ha declarado en diversas ocasiones públicamente homosexual y que mantiene relaciones homosexuales en el palacio real, ya había acusado de homofobia a Makasa, Jefe del servicio de la casa real, cuando éste le hizo saber que según la doctrina cristiana profesa que la homosexualidad es una acción inmoral, algo que va contra la naturaleza, como dice el Apóstol San Pablo en su carta a los Romanos (Rom 1, 26). La ejecución de Makasa tuvo lugar en noviembre pasado, así como la de los misioneros católicos que mantienen esta doctrina.
Pero hoy, ha dado un paso más en la persecución y exterminio de los que no aceptan las prácticas homosexuales. Al enterarse de que Lwanga, que sucedió a Makasa en el cargo, es también católico y que enseña a los jóvenes que tiene a su cargo que la homosexualidad es la tendencia a cometer acciones impuras con personas del propio sexo, y que eso no es amor de caridad que busca el bien de la otra persona, sino que es un "amor de concupiscencia" por el afecto que se siente hacia personas bien parecidas del propio sexo, y que lo que busca es satisfacer sus propios apetitos e inclinaciones anormales hacia las cualidades físicas del otro, ha decidido también la ejecución tanto de Lwanga como de todos los jóvenes que están bajo su cargo y piensan como él y entre los cuales se encontraba un niño de 13 años llamado Kizito.
La ejecución se ha llevado a cabo hoy en Namugongo envolviendo a Lwanga y otros 11 jóvenes en esteras de juncos secos a las que han prendido fuego. Y continua la persecución, encarcelamiento y condenas a muerte de todos los católicos a causa de su postura sobre la inmoralidad de las prácticas homosexuales.
Estos hechos son reales, y como digo han tenido lugar en Uganda, el 3 de junio del año 1886. Por desgracia pueden volver a tener lugar en nuestro tiempo. La acusación de homofobia a los que piensan que las prácticas homosexuales son moralmente inaceptables pueden costarles a quienes piensen así, la cárcel, e incluso la muerte ya que son falsamente llamados "incitadores al odio" y culpables del "crimen de odio", cuando, como vemos son víctimas del odio de los activistas gay.
Que los santos Carlos Lwanga y compañeros mártires guarden, fortalezcan y ayuden en todo momento a los católicos de África y del mundo entero para permanecer firmes en la fe a pesar de ser objeto de persecución y de odio. Como ellos hemos de saber pedir por los que nos persiguen y calumnian para que el Señor Dios les ilumine y les conceda la gracia de la conversión y del arrepentimiento.
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