Por Juan Francisco Jiménez Jacinto
Algunos sectores cuestionan el hecho de que el aborto pueda ser tratado también como un fenómeno social, sin embargo, ignoran el valor del capital humano autóctono y niegan el impacto económico que provoca su destrucción.
El aborto es un fenómeno social que afecta a numerosas áreas sociales y humanas por lo tanto no se puede observar únicamente desde una perspectiva bioética. Su afectación influye en áreas como la sociología, la ciencia, la ética, la demografía... y también la economía.
Un ejemplo de la apertura necesaria del debate sobre las consecuencias del aborto a otros ámbitos menos abordados es la campaña que actualmente está llevando a cabo la asociación E-cristians en las calles de diferentes ciudades catalanas.
La iniciativa consiste en la colocación de unos carteles en la vía pública que incitan a la reflexión. “A más abortos menos pensiones de jubilación” reza el cartel que amplía la preocupación con una segunda cifra escalofriante: “El 2020 [los abortos] habrán sido la causa de perder 211.316 millones de euros”, una más de las consecuencias de los más de 110.000 abortos oficiales que se practican en España anualmente.
Una perspectiva criticada
Algunos sectores han cuestionado el hecho de que el aborto pueda ser tratado también como un fenómeno social, que en este caso es negativo.
Los detractores de esta forma de analizar el aborto y sus consecuencias tienen entre sus argumentos la afirmación de que se trata de un punto de vista que se olvida de la inmigración como solución a la pérdida demográfica que constituye el aborto.
Estas consideraciones parten de un error fundamental que es ignorar el valor del capital humano autóctono que es mucho más elevado que el inmigratorio y, a su vez, no substituible a partir de determinadas magnitudes. Además omite el hecho de que el problema está en la dimensión que ha tomado el aborto. Si estuviéramos hablando de unos pocos de millares de abortos al año la crítica moral sería la misma y el diagnóstico económico sería muy diferente. Sin embargo, cuando se habla de que en España se realizan anualmente más de cien mil abortos al año el panorama cambia sustancialmente. No hay que olvidar que esa cifra significa prácticamente que de cada cuatro nacimientos uno es abortado.
Las cifras, una evidencia
Desde esa perspectiva económica, el aborto hace estragos. Así se puede observar en el estudio de 2003 desarrollado por el IVIE sobre ‘Capital Humano’. El estudio refleja cómo el aumento del número de abortos a redundado negativamente en el capital humano que es otra forma de medir el PIB como se puede observar en la tabla:
CONTRIBUCIÓN AL CRECIMIENTO DEL PIB (1990-1998, %) | ||
1990 - 1994 | 1994 – 1998 | |
Capital Físico | 1,14 | 1,33 |
Capital Humano · Capital Humano por ocupado · Empleo | -0,16 0,93 -1,09 | 2,60 0,83 1,77 |
Crecimiento del PIB | 1,29 | 3,30 |
Fuente: IVIE (2003), Capital Humano, número 27 |
Las cifras reflejan que el capital humano es una componente importante del PIB, de hecho es la que más influye en su crecimiento o en su merma. Evidentemente el capital humano está ligado a la ocupación: como se puede observar siempre que cae la ocupación (relacionada con los parámetros de 0,93 en el primer período y 0,83 en el segundo período) aumenta la productividad (relacionada con los parámetros de –0,16 en el primer período y 2,60 en el segundo período). Lo mismo está sucediendo en el contexto de crisis que estamos viviendo en la actualidad.
La solución al paro, ¿más abortos?
Un argumento utilizado por los detractores de la vida y favorables al aborto es el que sostiene que el aborto carece de importancia en la actualidad, e incluso es favorable para la economía del país ya que regula una población abundante que el mercado laboral no puede absorber tal y como reflejan las cifras del paro en la actualidad.
Con estas afirmaciones se están diciendo dos cosas que desde el punto de vista económico y humano son brutales. Se está sugiriendo que una solución del paro es que no nazcan criaturas. Esta afirmación es una brutalidad humana, pero también económica porque el paro es una coyuntura actual y las criaturas que nazcan ahora se incorporarán al mercado laboral de aquí a 20 años cuando precisamente nuestro problema será la falta de personal para trabajar y mantener con las pensiones el estado del bienestar.
La segunda razón es que está demostrado que a largo plazo hay una estrecha relación en los países desarrollados entre productividad y tasa de natalidad. En este sentido, una tasa de reposición de 2,1 genera una dinámica interna en la sociedad que la hace más productiva mientras que una sociedad envejecida lo es menos, no únicamente por la jubilación sino también porque el período de máxima creatividad del individuo se sitúa claramente por debajo de los 40 o 45 años.
Por lo tanto el aborto no deja de ser el suicidio de una sociedad que mira al futuro escasa de su identidad inseparable: sus ciudadanos.
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