Medios como El País presentan el matrimonio homosexual como “imparable”, pero los países que lo tienen legalizado son una ínfima minoría y, como sucedió en Nueva York, gracias a las presiones del homosexualismo político.
El Estado de Nueva York empezó a oficiar bodas entre personas del mismo sexo el pasado domingo, 24 de julio, sumándose así a los otros seis estados que tienen legalizado el matrimonio homosexual, es decir Iowa, Massachusetts, Connecticut, Vermont, New Hampshire y Washington DC.
La noticia ha sido presentada en algunos medios de comunicación como si se el matrimonio gay fuera ya un hecho normalizado en todas partes. El diario El País, por ejemplo, titulaba este martes que “El matrimonio gay ya es imparable”.
Sin embargo, la realidad es bien diferente, ya que los países que lo tienen legalizado siguen siendo una ínfima minoría y, en Estados Unidos, estos matrimonios sólo son legales en las respectivas autoridades regionales que los han aprobado, pero siguen sin tener validez federal y no están reconocidos por el Gobierno central.
La fuerza del homosexualismo político
Además, hay que recordar que la aprobación del matrimonio gay en Nueva York se obtuvo gracias a las presiones del homosexualismo político. De hecho, en la aprobación de la ley se produjo una aparente paradoja.
Hace poco más de un año y medio, el Estado de Nueva York rechazó la aprobación del matrimonio gay a pesar de que entonces había mayoría demócrata en el Senado. Incluso seis representantes demócratas dieron la espalda a su partido y apoyaron a los republicanos votando en contra.
Sin embargo, en esta ocasión, con mayoría republicana, el resultado ha sido el contrario y el matrimonio entre personas del mismo sexo fue aprobado. La paradoja tiene una explicación y se llama ‘presiones económicas’.
Mientras un demócrata, líder además contra esa aprobación, votaba en contra, algunos republicanos lo hicieron a favor, influenciados por un grupo de millonarios que financian al partido y que son afines al homosexualismo político.
Sin validez federal
En cualquier caso, el hecho de que tanto en Nueva York como en los otros seis estados que le han precedido esté aprobado el matrimonio gay no es especialmente significativo en el conjunto del país, por dos razones.
La primera es que siguen siendo una minoría ante los otros 43 estados donde el matrimonio homosexual no está legalizado. La segunda es que aunque sea legal en esos siete estados esa legalización no tiene efectos a nivel del conjunto de Estados Unidos porque una ley de 1996 lo impide y deniega a esas licencias matrimoniales validez federal.
La ley, que fue aprobada por los republicanos con el explícito nombre de ‘Defensa del Matrimonio’ y fue ratificada entonces incluso por Bill Clinton, impide que toda una serie de derechos, beneficios y responsabilidades matrimoniales a nivel federal puedan aplicarse sobre las parejas del mismo sexo legalmente casadas.
Y aquí se incluyen beneficios de la Seguridad Social para la viudedad, seguros sanitarios para cónyuges de funcionarios federales, protección para que los cónyuges no pierdan sus hogares en casos de emergencias médicas graves o la capacidad de tramitar declaraciones de la renta de forma conjunta, entre otras ventajas.
¿Efecto dominó o efecto ‘blindaje’?
Otra cuestión que pone en entredicho afirmaciones como la del titular del diario El País es que, ese efecto dominó que augura en el sentido de ir sumando estados y países a la legalización del matrimonio gay, se produce también y de forma evidente en el sentido inverso, es decir, en forma de ‘blindaje’.
De hecho, tal como mostraba un análisis para la agencia Zenit realizado por el jurista Rafael Navarro Valls y el Observatorio Jurídico para la Libertad, la aprobación del matrimonio gay en diversos países tiene también un ‘efecto blindaje’.
Así, coincidiendo con el reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo en Massachusetts (2004), Connecticut (2008), Iowa, Vermont, New Hampshire y Distrito de Columbia (estos cuatro en 2009), se produjo una reacción contraria y más de 20 estados alteraron sus constituciones para definir el matrimonio como una unión entre hombre y mujer.
Además, el conjunto de la población de esos estados apenas sobrepasa el 5% de la población total estadounidense.
Ínfima minoría
Por otra parte, aunque el auge del matrimonio homosexual en algunos países se plantee como un fenómeno genérico, la realidad es que los países donde está legalizado representan una ínfima minoría en el conjunto.
La mayoría de ellos son demográficamente pequeños, como es el caso de Holanda, Bélgica, Portugal, Suecia, Noruega o Canadá. Sólo Argentina, Sudáfrica o España tienen una gran población.
El balance final a considerar es que de los 192 países reconocidos por la ONU, solamente un total de 10 países, más algunos estados aislados de Estados Unidos y México reconocen el matrimonio homosexual.
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