El arzobispo de La Plata y presidente de la Comisión Episcopal de Educación Católica, monseñor Héctor Aguer, dio pautas para una educación integral de la primera infancia, subrayó el papel que deben cumplir los educadores católicos y volvió a criticar la intromisión del Estado en materia educativa, al advertir que éste intenta «invadir el ámbito de la libertad familiar» y recordar el derecho que tienen los padres a elegir el tipo de educación que quieren para sus hijos.
(Aica) Al referirse a la educación sexual, dijo que él prefiere “llamarla, de acuerdo a la antropología cristiana, educación para el amor, la castidad, el matrimonio y la familia”, y señaló que “este aspecto decisivo en la formación de niños y adolescentes es propuesto como una disciplina transversal, presente en todos los niveles del plan de estudios y en las diversas áreas temáticas”.
El prelado cuestionó que “el Estado se haya atribuido el derecho y el deber de ocuparse de tan delicada función, sin preguntarle a los padres de familia si están de acuerdo en delegarle la tarea”, y advirtió que en la transmisión escolar del conocimiento de las materias sexuales, “las familias están corriendo el riesgo de que lo hagan de modo inconveniente” quienes no están llamados a ello.
“En los últimos años se ha ido perfilando una ideología oficial, que en el ámbito escolar resulta manifiesta no sólo en la temática sexual sino en casi todas las áreas; basta repasar las listas bibliográficas que suelen acompañar a los diseños curriculares. Antes señalo rápidamente una cuestión previa, de principio. El deber y el derecho de los padres a la educación de los hijos es original y primario, insustituible e inalienable; ellos y no el Estado son los primeros y principales educadores de sus hijos”, aseveró.
El prelado hizo estas advertencias durante la conferencia inaugural del Curso para Educadores de los Niveles Inicial y Primario, que el Consejo Superior de Educación Católica (CONSUDEC), realiza en la ciudad de San Juan.
Tras sostener que “existe actualmente una tendencia del Estado a invadir el ámbito de la libertad familiar”, insistió en objetar los Lineamientos Curriculares para la Educación Sexual Integral por promover “métodos moralmente objetables de prevención”, “eludir toda referencia a valores y virtudes”, su “negativo e injusto carácter obligatorio” y “la omisión de papel de la familia”.
El arzobispo se refirió también a la imposición de la ideología de género en la escuela, un concepto que, aseguró, “es empleado para cubrir la afirmación de una sexualidad polimorfa”, y favorecer “la preferencia u orientación sexual, que se puede elegir y ejercer como un derecho”. “Esto es lo que habría que enseñar en las escuelas, y desde la más tierna edad”, alertó.
Críticas a la revista de eduación sexual del ministerio
Monseñor Aguer también apuntó sus críticas a una revista de educación sexual distribuida por el Ministerio de Educación de la Nación en colegios de todo el país.
“No se ofrece ninguna pauta moral: ninguna referencia explícita a la finalidad misma de la sexualidad, que debe estar vinculada como valor auténticamente humano con el amor, el matrimonio y la familia; no se habla de pudor, de virtudes, de continencia, de castidad. Se habla sí de los métodos anticonceptivos, y en especial del preservativo, que es considerado el único eficaz para prevenir el embarazo y las enfermedades de transmisión sexual; se emplean varias páginas para recomendar su uso, con precisas instrucciones”, cuestionó.
“Se sostiene, además, erróneamente, que la pastilla de anticoncepción hormonal de emergencia no afecta al embrión si la fecundación ya se ha producido, cuando es bien sabido que las sustancias químicas contenidas en esa píldora impiden la anidación, provocando de este modo un aborto ultratemprano. No parece ésta una educación sexual integral, sino más bien –lo diré con lenguaje políticamente incorrecto- la reivindicación del derecho a fornicar lo más temprano posible, y sin olvidar el condón”, agregó.
Por último, monseñor Aguer sostuvo que “una consideración crítica como la que he esbozado tiene una destinación eminentemente positiva: sirve para desbrozar la ruta y aventar el peligro de descaminarnos por sendas perdidas. Nuestra tarea educativa es, y debe y quiere ser cada vez mejor un servicio a la sociedad argentina, un servicio de verdad y de caridad basado en la idea cristiana del hombre que nos fue revelada en Jesucristo. Como escribió Benedicto XVI, el cristianismo es aquella memoria de la mirada de amor del Señor sobre el hombre, en la cual son custodiadas su plena verdad y la garantía última de su dignidad”
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