Por Florencia Cadagan, J.D. LL.M
NUEVA YORK, 1 de julio 2011 (C-FAM) – Una reciente declaración sobre la desproporción entre los sexos elaborada por organismos de la ONU demanda el acceso irrestricto al aborto como derecho humano.
La declaración reconoce que el aborto selectivo en función del sexo es una forma de discriminar a las niñas y a las mujeres; no obstante, proclama que es crucial garantizar el acceso a servicios de aborto seguros.
“Diversos organismos de derechos humanos de las Naciones Unidas que supervisan el cumplimiento de tratados han establecido que el derecho de las mujeres y de las niñas a la vida, a la salud y al desarrollo son violados cuando se someten a un aborto riesgoso… o cuando se las obliga a llevar a término un embarazo no deseado”, afirma el informe.
Aunque demanda el fortalecimiento de políticas para brindar servicios de aborto seguros y la incorporación de todos los suministros, la capacitación y el equipamiento que sean necesarios, el reporte brevemente admite que es difícil demostrar que un aborto fue selectivo en función del sexo. “Tras un examen ecográfico, una mujer puede ir a otra clínica a practicarse un aborto, mientras que dé un motivo aceptable dentro del marco legal”.
Actualmente, el problema del aborto selectivo afecta a muchos países del mundo, particularmente a las naciones asiáticas. La declaración de la ONU señala que la restricción del acceso a ciertas tecnologías de reproducción con el propósito de prevenir una proporción dispar entre hombres y mujeres en una determinada sociedad no debería traducirse en una restricción de los derechos humanos de las mujeres. No obstante, esta clase de abortos ha aumentado tanto que se calcula que para 2020 entre el 15 y el 20 % de los hombres del noreste de India carecerá de homólogos femeninos.
En su libro Unnatural Selection (Selección Anti-Natural), recientemente publicado, Mara Hvistendahl traza el mapa de la extendida práctica del aborto selectivo en el mundo en desarrollo. “Se calcula que la preferencia por los niños ha provocado la ‘desaparición’ de 160 millones de mujeres y de niñas sólo en Asia en el transcurso de las últimas décadas”, indica la autora. Inculpa exclusivamente a las empresas y al gobierno estadounidense y los responsabiliza de la exportación de las tecnologías y de las prácticas abortivas disponibles en la actualidad sin importar las consecuencias, en vez de basar la selección de sexo en las prácticas culturales. “El gobierno occidental promovió activamente el aborto y la selección de sexo en el mundo en desarrollo fomentando la liberalización de las leyes de aborto y subsidiando la venta de ecógrafos como forma de control poblacional”. En su crítica a los organismos de la ONU, Hvistendahl afirma lo siguiente: “Las consecuencias del principal organismo de la ONU encargado de la defensa de la población distanciándose del problema del aborto selectivo en función del sexo son enormes”.
El problema del aborto selectivo en función del sexo tradicionalmente se trata en el ámbito de la ONU durante la sesión de la Comisión sobre la Condición de la Mujer. Hasta la polémica Plataforma de Acción de Beijing (1995) califica la selección sexual prenatal como un acto de violencia. Sin embargo, en la reunión de este año, la Santa Sede fue la única delegación que habló sin evasivas al respecto, exhortando a la Comisión a que se centrara en “la violencia y la discriminación que sufren las niñas… particularmente la violación del derecho a la vida de las bebés por ser niñas”.
La declaración de la ONU fue elaborada en coautoría por la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (OACDH), el Fondo de Población de la ONU (UNFPA), el Fondo para la Infancia (Unicef), la Entidad de la ONU para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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