Monseñor Javier Echevarría, es el prelado del Opus Dei, institución de la Iglesia que acaba de cumplir los ochenta años de su fundación por San Josemaría Escrivá. “Somos transparentes y pescadores de almas. Todo el mundo es santo, aunque si no lo saben, les ayudamos a descubrirlo”. En una entrevista que publica Zenit, afirma que “hoy nuestra primera misión es salvar a la familia, puesta en una dura prueba”.Ochenta y tres mil adheridos laicos, mil novecientos sacerdotes, gran presencia en Europa y América y seis mil seiscientos miembros en África, Asia y Oceanía: el Opus Dei es como una gran casa espiritual consolidada.
Mirando atrás, monseñor Echevarría explica que “el Opus Dei existe para recordar que Dios llama a todos a ser santos y para ayudar a vivir el Evangelio en todas las situaciones de la vida cotidiana”.
“Hace ochenta años –señala- este mensaje era nuevo y revolucionario y lo es, incluso, hoy”. En sus viajes dice encontrarse con gente que busca un “sentido ideal de la vida, determinado por una esperanza que igual no conoce. Es la búsqueda de un Trascedente, del que, probablemente, huyen pero del que tienen necesidad”.
A sus setenta y seis años, monseñor Echevarría, cuyo físico le permite seguir jugando al tenis una vez por semana, escucha a Beethoven y devora libros de teología, filosofía, derecho canónico, historia de la Iglesia y literatura. El tenis le ha enseñado a parar las caídas y los golpes.
Para monseñor Echevarría, “transparencia para nosotros significa dejar aparecer a Jesús en la amistad y en las relaciones de la vida cotidiana” y destaca que la mayoría de los fieles pertenecen a la clase media y a muchos les cuesta llegar a fin de mes. “Nuestra actividad de formación espiritual se desarrolla con personas de todas las clases”, afirmó.
Así, comenta que todos los cristianos son invitados a seguir el ejemplo de Jesús y convertirse en “pescadores de almas”. “Dar vida a una familia es hoy un gran desafío: la casa, los niños, los ancianos, los enfermos, los ritmos de trabajo de los padres… Por ello, una de las prioridades es la promoción de la actividad de formación cristiana para tantos padres fieles a la Prelatura, no pertenecientes al Opus”, indicó.
Reconoce finalmente que, como Prelado, “cada día debo aprender a rezar, aprender a ser más mortificado, aprender a servir a todas las personas que encuentro. Porque la palabra del Señor no es sólo un simple relato sino una realidad”.
