BRATISLAVA, viernes 31 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- "Para mejorar una sociedad es necesario mejorar sus familias", declaró Richard G. Wilkins Managing Director del Doha International Institute for Family Studies and Development, en el contexto de la Conferencia preparatoria a la sesión especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas (Doha, Qatar, 29 noviembre-2 diciembre).
La conferencia, sobre el tema "El 60° aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: celebramos el compromiso mundial por la vida y la familia" se desarrolló en Bratislava (Eslovaquia) los días 24 y 25 de octubre.
Wilkins recordó en primer lugar que las Naciones Unidas fueron fundadas al final de la Segunda Guerra Mundial para "evitar en el futuro sistemático desprecio de los valores fundamentales", porque después de dos enormes conflictos "la comunidad internacional era muy consciente del hecho de que cuando se corrompen los valores morales fundamentales es posible - y quizás inevitable - un mal inmenso"
La ONU ha sido, pues, instituida "para combatir el mal programático y promover la responsabilidad social, la dignidad y la libertad" pero "para lograr estos objetivos básicos requiere el reconocimiento y el respeto del valor intrínseco y absoluto de la vida humana y de la familia"
Esta última, explicó, "no es solo una construcción de la imaginación humana" sino más bien "la unidad social, natural y fundamental y la creciente evidencia muestra que la supervivencia de una sociedad depende de los resultados positivos que derivan de la unión natural entre un hombre y una mujer".
En este sentido, explicó, "el 60° aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos proporciona un momento importante para conmemorar y recordar todavía una vez más al mundo esta importante realidad".
Analizando los "continuos beneficios sociales" de la familia, Wilkins explicó que los datos llevan a "dos indiscutibles conclusiones": "las estructuras matrimoniales estables y naturales llevan a profundos beneficios para hombres, mujeres y niños", mientras que su colapso "impone significativos costos sociales sobre los individuos y la sociedad en general".
El matrimonio, constató, "es más que la unión de dos personas: es una institución social", y los casados "suelen tener más salud, viven más, ahorran más, tiene una mejor salud mental y una mejor vida sexual y son más felices de quienes no están casados".
Entre los casados, además, las tasas de suicidio son más bajas, también los accidentes mortales, las enfermedades agudas y crónicas, el alcoholismo y la depresión.
Del mismo modo, en cuanto a los hijos, los estudios dicen que quienes viven en una familia con ambos padres tienen menos posibilidades de abandonar el colegio, respecto a quienes tienen un solo padre, tienen menos riesgo de pobreza y estarán más motivados para evitar delinquir, así como para tener una socialización positiva.
El matrimonio, sostiene Wilkins, tiene pues "un valor social particular y único", promueve la salud física, mental y emotiva y alienta la productividad social.
Por este motivo, debe ser defendido porque "el colapso de la familia perjudica las generaciones futuras".
Según Wilkins, de todo esto se pueden deducir tres conclusiones: "primero, la familia es esencial para el progreso social. Segundo, la familia - sobre todo en el mundo desarrollado - está funcionando, quizás, peor que en cualquier otra época de la historia. Tercero, como miembros de una sociedad cada vez más globalizada debemos colaborar para devolver la familia la fuerza y la función que tenía originalmente"
"Las amenazas que deben afrontar hombres, mujeres, niños y la familia no tienen que ver sólo con una fe, un país o una cultura - constató - Todos los fieles religiosos, todas las culturas y todos los países deben unirse para combatir la erosión de la moralidad y de la familia. La profunda importancia de la familia natural trasciende los confines religiosos y culturales".
La familia "es la célula originaria de la vida social. Es la sociedad natural en la que el marido y la mujer están llamados a darse a sí mismos en el amor y en el don de la vida. La autoridad, la sensibilidad y una vida de buenas relaciones en el interior de la familia representan la base de la libertad, la seguridad y la fraternidad en la sociedad".
Por este motivo, Wilkins exhortó a "la sociedad a todos los niveles a retornar a la verdad fundamental relativa a la familia".
"Para mejorar una sociedad es necesario mejorar sus familias", declaró. "Por el contrario, el método más rápido para destruir la sociedad debilitar sus familias"
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