Por Adrián Arcos
El último Informe PISA nos revela que en las familias nucleares existe una menor proporción de alumnos repetidores que en la mixtas o monoparentales. Además, el número de estudiantes que repite curso es mayor en los hogares donde no están los padres en casa, especialmente si es la madre quien se ausenta. El rendimiento escolar es también más bajo en los hogares donde hay parados o padres en busca de empleo y, por tanto, no existe estabilidad laboral.
El funcionamiento y el clima familiar en que nace y crece un niño va a determinar unas características económicas y culturales que pueden limitar o favorecer su desarrollo personal y educativo. Para muchos expertos ningún factor es tan significativo para el rendimiento escolar como el clima que se vive en casa. Y no sólo numerosos estudios destacan esta influencia, sino que el mismo Informe PISA la sitúa como una de las más importantes, y lo constata, sobre todo, en la repetición de los alumnos.
De entre todas las variables educativas y sociodemográficas que muestra el último Informe PISA, correspondiente a 2009, los factores más frecuentes que influyen en que un alumno repita o no curso son, en primer lugar, el tipo de familia, la presencia de los progenitores en casa y el nivel de estudios de los padres. Así lo muestra el estudio realizado por el Gabinete de Análisis Demoscópico (GAD3) en exclusiva para PADRES.
Del análisis realizado por la consultora GAD3 se desprende que la actitud hacia la educación, la cultura y la escuela que los padres sean capaces de transmitir a sus hijos, ejerce una gran influencia en el proceso de enseñanza. Además, el grado de cohesión y adaptabilidad de la familia resulta muy beneficioso para el desarrollo del niño en la escuela, así como la claridad en sus funciones y la interacción y correspondencia afectiva entre sus miembros.
Como pone de manifiesto GAD3, PISA nos revela que en las familias nucleares se da un menor número de repetidores que en las demás. Por el contrario, es mayor el porcentaje de repetidores en las familias mixtas o monoparentales; donde los padres están fuera de casa, especialmente si la madre no está; y con alguno de los padres en el paro. Como se puede observar en el cuadro de la izquierda, el porcentaje de alumnos que ha repetido es del 34% en una familia nuclear, frente al 48% en el caso de que la familia sea monoparental y alcanza el 73% en las familias mixtas.
En relación con la presencia de los padres en casa, estadísticamente es mayor el número de repetidores en los hogares donde no están los padres presentes, especialmente si la madre es quien se ausenta, aunque suponemos que esto se producirá en confluencia con otros factores. En los hogares donde la madre no está en casa el porcentaje de repetidores alcanza el 65%; en el caso de que sea el padre quien no esté, el porcentaje es del 49%.
La ocupación de los padres es también importante: el rendimiento escolar es mejor en los hogares donde no hay parados o padres en busca de empleo y existe estabilidad laboral. Según el informe de GAD3, tanto si es la madre como el padre el que está en paro, el porcentaje de alumnos que repite alcanza el 54%, mientras que se reduce a un 32% en el caso de que alguno de los padres esté trabajando a tiempo completo. Estos datos también se pueden comprobar en el segundo cuadro de la página anterior.
El hábito se transmite
Además, cuanto mayor es el nivel educativo de los padres menor es el porcentaje de alumnos que repite curso y mayor es el éxito escolar alcanzado por los hijos. En este sentido, se puede deducir que el hábito de estudiar se transmite de padres a hijos. El nivel de fracaso escolar es mayor en las familias donde los padres han estudiado menos años: tres de cada cuatro alumnos (el 76%) que declara que sus padres han estudiado tres años ha repetido curso, mientras que el número de repetidores desciende a uno de cada cinco (el 21%) en el caso de que los padres hayan estudiado más de 15 años.
Para Luis Carbonel, presidente de la confederación de padres de colegios religiosos –la Concapa–, “se demuestra que si la familia está implicada de verdad, muestra interés y colabora tanto a nivel individual –valorando el trabajo y el estudio del niño en el hogar– como a nivel de centro, hay mayor posibilidad de que ese niño alcance el éxito escolar”. Del mismo modo, a Carbonel le resulta lógico que sea en las familias nucleares donde haya menor número de repetidores, ya que, a su juicio, “para atender a un niño hace falta tener tiempo, lo que resulta más complicado en el caso de que exista un solo progenitor”. La familia nuclear, sin embargo, “dispone del doble de tiempo”, según el presidente de la Concapa, y si, además, “uno y otro se complementan, van en la misma dirección, saben sancionar y establecer los límites y las reglas, harán que el niño sea más autónomo, esté mejor formado y sea más responsable”.
Desde la escuela pública, Jesús Mª Sánchez, presidente de la Ceapa, considera que “lo importante no es el tipo de familia, sino si los adultos de esas familias pueden conciliar su vida laboral y familiar, y por tanto tienen tiempo suficiente y de calidad para dedicar a sus hijos, darles afecto, fijarles límites y ayudarles en los deberes escolares”.
Además, según el presidente de la Ceapa, “no recibe la misma atención un niño cuyo progenitor o progenitores tienen ingresos altos, que al terminar su jornada laboral no tienen que preocuparse por las tareas domésticas, porque contratan a alguien para ello y por tanto disponen de tiempo y energías, que otro niño cuyos padres tienen largas jornadas laborales e ingresos precarios”.
Por tanto, para Sánchez, “es lógico que haya más alumnos repetidores pertenecientes a familias mixtas no por culpa de este tipo de familia, sino por la ausencia de políticas de mediación familiar, como existen en otros países europeos, que hagan posible que estas separaciones y divorcios se desarrollen sin grandes conflictos ni perjuicios para los menores ni para los propios adultos”.
Por su parte, la presidenta de la Cofapa, Begoña Ladrón de Guevara, incide en que “el niño necesita que sus padres estén físicamente cerca de él para que le puedan ayudar y guiar a la hora de la realización de las tareas”. Ella reclama “más cantidad de tiempo para estar en casa y que, además, sea un tiempo de calidad, de auténtica dedicación a los hijos, y no de otras tareas que se desarrollan en el hogar”.
Según la presidenta de la Cofapa, “los padres no podemos preocuparnos exclusivamente de las notas de los hijos, sino del estudio y del trabajo diario, lo que hará que los resultados a largo plazo sean mejores”. Ella advierte de que “tradicionalmente han sido las madres las que han ejercido esta misión –no en detrimento de los padres ni excluyéndoles–, pero en la actualidad se está dificultando a causa de unas jornadas de trabajo demasiado extensas”.
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