Tradicionalmente se ha considerado que el matrimonio es la institución social más favorable a los niños. Pero, como escribe David Blankenhorn en Los Angeles Times, últimamente muchos empiezan a considerar el matrimonio solo como una simple relación afectiva entre dos adultos.
David Blankenhorn es presidente del Institute for American Values y autor de Fatherless America (cfr. Aceprensa 132/05) y The Future of Marriage.
“Como cualquier institución humana, el matrimonio evoluciona, y muchos de sus rasgos cambian según los grupos y de las culturas. Pero siempre hay una constante: en todas las sociedades: el matrimonio da forma a los derechos y a las obligaciones de la paternidad. El matrimonio no es en primer término un permiso para tener relaciones sexuales, obtener beneficios o reconocimiento social; es sobre todo un permiso para tener hijos”.
“En este sentido, el matrimonio es un regalo que la sociedad hace a la siguiente generación. El matrimonio (y sólo el matrimonio) reúne las tres dimensiones principales de la paternidad –biológica, social y legal– en una institución favorable al niño: la pareja casada. El matrimonio dice al niño: ‘El hombre y la mujer que te engendraron a través de su unión sexual también estarán ahí para quererte y educarte’. El matrimonio dice a la sociedad entera: ‘Por cada niño que nace hay una madre y un padre identificables, que responden del niño y del otro cónyuge’”.
Blankenhorn es consciente de lo que se juega por decir estas cosas. Y eso que, antes de que empezara el debate sobre el matrimonio gay, casi todo el mundo estaba de acuerdo en lo mismo. “Recogiendo las evidencias más inmediatas, la antropóloga Helen Fisher llegó a decir en 1992: ‘La gente se casa principalmente para tener hijos’. El filósofo y premio Nobel Bertrand Russell, nada sospecho de conservadurismo, se limitaba a repetir lo evidente cuando afirmaba que ‘es a causa de los niños por lo que las relaciones sexuales son importantes para la sociedad, y adquieren relevancia social’”.
A diferencia de lo que ocurría antes, ahora se piensa muy poco en el interés del menor. “A cada niño criado por una pareja de gays o de lesbianas se le está negando el derecho a tener un padre y una madre. Peor aún: la pérdida de ese derecho no se verá en adelante como la consecuencia de algo trágico (por ejemplo, una ruptura matrimonial). Al contrario: ahora le tendremos que explicar al niño que el hecho de que no tenga un padre y una madre… ¡es algo maravilloso!”.
Blakenhorn está convencido de que “el matrimonio es la institución social más favorable a los niños”. Por eso, espera que en el referéndum que tendrá lugar en California a la vez que las elecciones presidenciales de noviembre sea aprobada la Proposición 8, que establece: “Solo el matrimonio entre un hombre y una mujer es válido o está reconocido en California”, para dar la vuelta a la decisión del Tribunal Supremo del Estado que reconoció el matrimonio gay.
Blankenhorn plantea a los votantes una serie de preguntas: “¿Piensa que cada niño merece tener un padre y una madre, y que debe estar disponible la adopción de aquellos niños cuyos padres naturales no pueden hacerse cargo de ellos? ¿Sospecha que los padres y las madres son diferentes entre sí? ¿Imagina que los lazos biológicos son importantes para los niños? ¿Piensa que es mejor que un niño tenga dos padres en vez de uno, tres, cuatro o los que sean?”.