NUEVA YORK, 29 de abril 2011 (C-FAM) – Cerca de tres millones de niños mueren cada año durante el trabajo de parto y el alumbramiento, o en las semanas previas al nacimiento, lo cual es más que todas las muertes ocasionadas por el VIH/SIDA. La ONU ni siquiera las cuenta. Un nuevo estudio asegura que la política abortista es una de las razones.
“En una era de esfuerzos mundiales a favor de la salud materna, el propio anhelo de una mujer de tener un bebé vivo está ausente en la agenda de salud mundial”, dicen los autores de un estudio publicado en la prestigiosa revista médica The Lancet.
Alrededor del 98 % de los 2,6 millones de muertes anuales de mortinatos ocurren en países con ingresos medianos y bajos, principalmente debido a complicaciones durante el parto. Uno de cada 300 bebés nace muerto en países con ingresos altos, debido al incremento de la obesidad, el tabaquismo y la posposición de la maternidad. A diferencia de la mortalidad materno-infantil, el índice de nacidos muertos no ha disminuido durante décadas de manera considerable.
Una de las razones por las que los nacidos muertos permanecen “entre sombras” es el sentimiento abortista, indica el informe. La Organización Mundial de la Salud (OMS) no computa a los niños muertos que fallecen antes de las 28 semanas como mortinatos, a pesar que el deceso de bebés viables de 22 semanas es común en el mundo desarrollado. Apuntalar el desfase de datos podría conducir a un incremento del 40 % en el número de nacidos muertos que se registra.
El editor de The Lancet, Richard Horton, afirma que el hecho de no contar a estos niños niega a los padres “la gravedad que su sufrimiento demandó”, pero “cuando uno considera que en muchos países se permite el aborto hasta, y, a veces, después de, las 24 semanas, uno puede comenzar a comprender la resistencia de las autoridades a dedicarse a este punto”. No obstante, Horton no encuentra dilema alguno: “Toda mujer tiene derecho a un aborto seguro… pero también tiene derecho a que se tenga en cuenta la muerte de su bebé [deseado]”.
Uno de los adversarios más poderosos que tuvo en su intento de promover mejores datos fue el lobby pro-abortista. Se opuso a Horton el año pasado cuando publicó un informe independiente que desafiaba los datos y la metodología empleada por la OMS en estadísticas sobre salud materna que la organización utilizaba para promocionar el aborto.
Horton dijo al New York Times que recibió numerosos llamados instándolo a que no publicara el informe. Cuando lo hizo, los activistas a favor del aborto se afanaron en desacreditarlo, riendo abiertamente cuando se mencionó el estudio en una conferencia sobre salud materno-infantil auspiciada por la ONU el pasado mes de junio. La OMS discretamente rectificó su información incorrecta en septiembre para ponerla en línea con las cifras de The Lancet, pero de tal modo que sucitó dudas acerca de la objetividad de las investigaciones de la OMS.
El presidente de la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO), Gamal Serour, efectuó comentarios acerca del estudio sobre mortinatos de The Lancet, y dijo que la planificación familiar y los derechos reproductivos deberían ser la respuesta primordial, ya que el número de nacidos muertos descendió donde disminuyó la fertilidad, principalmente en China.
Por el contrario, los autores del estudio detectan que lo que redujo en dos tercios el número de nacidos muertos en el mundo desarrollado entre 1950 y 1975 fue la “prevención y el tratamiento de infecciones y el mejoramiento de la atención obstétrica”.
Los autores subrayan: “Esta reducción aconteció antes de que hubiera una observación y un diagnóstico fetal más compejo y también coincidió con importantes reducciones en la mortalidad materna y neonatal. Sesenta años más tarde, el escaso progreso para reducir estas tres consecuencias del embarazo en países de ingresos bajos no constituye una brecha de conocimiento, sino una brecha de acción”.
Para ver la serie de la revista The Lancet en inglés, vaya al siguiente sitio cibernético:http://www.thelancet.com/series/stillbirth
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